En estos días en los que se acentúa el debate sobre la llamada Ley de Memoria Democrática y Bildu se ha convertido en actor principal cuando obvia hablar de su propio pasado y ajustar cuentas con el mismo, hay que recordar que hoy hace 25 años que Miguel Ángel Blanco fue secuestrado por ETA.
Aquello también un acto más de ETA para acabar con nuestro modelo de convivencia, para acabar con nuestra democracia, pero nosotros también tenemos un problema de gestión de nuestra memoria. Basta recordar un estudio publicado por la Universidad de Deusto en 2017 en el que se señalaba que un 47% de los jóvenes españoles no sabía quién era Miguel Ángel Blanco. Uno de cada dos.
El ejercicio del recuerdo, tremendamente doloroso, fundamentalmente es un acto de justicia, de respeto y nunca debe caer en manos de los que quieren imponer otro relato.