Muchos se sorprenden al conocerle, le miran como si fuera un fantasma venido de siglos pasados con una mezcla entre admiración y algo de reparo, sin conocer bien de dónde viene esa sensación. Su nombre y su apellido le han marcado de por vida, más que al resto, por el peso que ha supuesto pertenecer a la familia más poderosa de Italia.
La pregunta que probablemente más ha escuchado al presentarse es:‘’Ah pero ¿todavía seguís vivos?’’ Lorenzo de Medici sabe lo que es ser ‘’el último’’, no tiene descendencia porque así lo ha querido el destino y ha llevado su apellido siempre con honor y admiración, pero también con algo de pesadez. Más de 70 años hablando de lo mismo dan para cansarse.
