El número de parados ha subido en enero en algo más de 60.000 personas. En este caso, la explicación gubernamental es el fin de la campaña de Navidad. Siempre hay alguna justificación para el bochornoso primer puesto europeo en número de desempleados que ostenta España.
Puede que la excusa del fin de las fiestas sirva al Gobierno para quedarse tranquilo y trasladarnos que no es culpa suya, que es la situación, que es la coyuntura. Pero solo vale para eso, para el sosiego gubernamental, porque las 60.000 personas que vuelven al desempleo no pagan ni facturas ni compra con declaraciones políticas.
Necesitan sueldos dignos, fruto de un puesto de trabajo, y eso se garantiza pactando con patronal y sindicatos. Con los dos. Aunque la ministra de Trabajo, como sabemos, deje con extremada facilidad fuera de esa ecuación a una de las partes a la que considera sospechosa habitual.
