Monólogo de Alsina: "¿Qué temió más Feijóo, perder o ganar? Malograr su buena estrella o liderar un partido con mala expectativa"
No hagan pronósticos porque está visto que no hay manera de acertar uno.
En la España que va de sorpresa en sorpresa, el que parecía favorito para liderar el PP resulta que no quiere liderarlo. Y los que parecían de relleno, los extras, se van a disputar de verdad el trono de hierro de la calle Génova.
Feijóo dedicó doce días a pensar y concluyó, primero, quepresidir el PP no es lo bastante atractivo como para dejar Galicia.
Ya lo he dicho, añadió el presidente gallego por si no había quedado claro que esto era un 'no'. Que muy claro la verdad es que no estaba, porque incluso con la comparecencia de anoche ya en marcha había medios publicando que por supuesto que Feijoo iba a anunciar que competía.
Fue que no. Al Feijóo conservador le pudo el afán de conservar. De momento terminará lo que empezó en Galicia —2020— y luego ya se verá. Porque cualquiera sabe cómo estará el patio político, y su partido, dentro de dos años.
Feijoo se raja.
Tantos años figurando como el delfín en la sombra, el eterno sucesor a la espera de que Rajoy se retirara, el único dirigente del partido que aún ganaba con mayorías absolutas, tanto tiempo dando por hecho todo el PP que el futuro pasaría por Feijóo, porque tenia aptitudes, porque tenía ambición, y llegada la oportunidad de hacer verdad el pronóstico eligió seguir como referencia galaica renunciando a protagonizar el movidón.
Hoy la pregunta es qué temió más Nuñez Feijóo. Si perder esta competición o ganarla. Malograr su buena estrella arriesgándose al veredicto de la militancia o convertirse en líder de un partido en estado de shock y que sufre una hemorragia en su expectativa electoral.
En la prensa hay hoy opiniones y especulaciones de pelaje diverso. Desde quien dice que le ha faltado al gallego un puntito de riesgo y de temeridad a quien sostiene que aspiraba a ser requerido por aclamación, no examinado en compañía de otros. Desde quien pone el acento en su situación personal, de padre reciente, a quien apunta el riesgo de que le sacaran episodios antiguos que pudieran empañar su imagen —como ya le sucedió con la foto aquella del yate con Marcial Dorado—.
Ya lo he dicho. Es probable que Feijóo sepa ya quiénes van a ser todos los corredores (y corredoras) y es probable que los demás estuvieran también al tanto de que Feijóo se iba a borrar. Ayer dio el paso Pablo Casado, y dijo esto que sonó a reproche a quienes no terminaban de decidirse.
Yo sí quiero. Ayer comentábamos en este programa, con el candidato insospechado García-Hernández que estaba dando la impresión de que los pesos pesados del partido (los pocos que han quedado en pie en la agonía del marianismo) no tenían mayor interés en liderar su partido.
Van cuatro aspirantes a esta hora. Uno con opciones, Pablo Casado. Otro que se presenta para combatir el sorayismo, García Margallo. Un diputado poco conocido hasta ahora, García-Hernández. Y un valenciano que intentó presidir el PP de allí, José Luis Bayo. Los cuatro se consideran candidatos de las bases, no del aparato.
Falta Cospedal, que da el paso esta mañana. Y permanece la duda de Sáenz de Santamaría. Soraya silente desde que cayó el gobierno popular. Soraya sopesando sus opciones después de haber sobrevivido a la imposición de zarpas de Juan Carlos Monedero, el tito tocón.
Gane quien gane la presidencia del PP, tendrá un año para pasar el primer examen (municipales, autonómicas y europeas del 19) y dos para las elecciones generales.
Pedro Sánchez abandonó anoche, por fin, la ambigüedad y confirmó a pulmón lleno lo que se le venía adivinando. Que aquello que dijo cuando anunció la moción de censura, ¿se acuerdan?, el gobierno transitorio para celebrar elecciones cuanto antes…
…aquello era un truco de ilusionista que enreda con las palabras. El cuanto antes se transformó, el día que subió a la tribuna del Congreso, en un cuanto antes pero ni demasiado cuanto ni demasiado antes. Aquello de que la hoja de ruta la iba a consensuar con los grupos del Parlamento.
En la tribuna ya empezó a ponerle reparos a la convocatoria anticipada de elecciones. Y anoche terminó de confirmar que no piensa convocarlas. Bueno, que las convocará cuando no le quede más remedio, en el año 2020. Sí, claro.
Agotar la legislatura. O sea, que ni cuanto antes ni consensuándolo con nadie. Si Sánchez pudiera, hacía las elecciones en 2050. Pero tiene la obligación de hacerlas en el veinte. Y así las convocará, por obligación, no porque vaya a cumplir compromiso alguno.
El poder es el poder, y ahora que lo tiene no lo va a soltar cuanto antes.
Y a ver qué les parece esto de Macron, el presidente de Francia. Ayer, en el acto de conmemoración del discurso del general De Gaulle que llamó a los franceses a resistir a la ocupación alemana. Estaban los adolescentes de un instituto presentes en el acto, Macron se fue a saludarlos y escuchó cómo uno de ellos le decía,con exceso de colegueo, ¿'cómo te va, Manu'? Y el presidente le echó un chorreo.
"Estás en una ceremonia oficial, así que te comportas como debe ser. Puedes hacer el imbécil pero hoy hay que cantar la Marsellesa y el Canto de los Partisanos. Me llamas señor Presidente de la República o señor, ¿vale?" "Muy bien. El día que quieras hacer la revolución, aprende primero a tener un diploma y a alimentarte por ti mismo, ¿de acuerdo? Entonces ya podrías ir a dar lecciones a los demás".
Que primero termines los estudios, aprendas a valerte por ti mismo, y luego ya haces la revolución y le das lecciones a los demás.
Ésta es la forma macroniana de ganarse el respeto de los adolescentes. Tratándoles como lo que son, no como futuros votantes.