El informe Draghi identificaba como uno de los problemas de competitividad europea el menor desarrollo de nuestros mercados de capitales para que las empresas innovadoras consigan financiación. Ese papel lo puede cubrir la banca que ahora dispone de exceso de depósitos y a tipos de interés más bajos que los mercados pero en la nueva regulación tras la crisis de 2008 ese tipo de préstamo a largo plazo a empresas está muy penalizado.
El Banco de Inglaterra, con más problemas de competitividad tras el Brexit, ha hecho caso a Draghi y ha introducido la competitividad y la productividad como objetivo secundario de la regulación de sus bancos.
Estaría bien que el Banco Central Europeo y el Banco de España respetando el principio de estabilidad financiera sigan su ejemplo para favorecer que haya más empleo pero, sobre todo, con mejores salarios