Ya es historia pasada el Clásico. Apunta, el 19 de marzo del 23, el siguiente partido del siglo… de cada año. El Madrid apabulló, ejerció el oficio de la determinación y la solvencia, y acabó subrayando la ‘semanus horribile’ del Barça. (Y ya sé que el latinajo no es así, pero suena más real…)
Fue noticiosa la regularidad del equipo de Ancelotti, que defendió de forma impoluta y que aprovechó, como siempre, las ocasiones de las que dispuso. Y fue noticia que el president Laporta, al estilo ochentero, se plantara en el vestuario arbitral tras la refriega para pedirle explicaciones al árbitro. Imaginemos lo que esto significa: ‘dime lo que quieras… que ya me encargaré yo de echarte a los leones’.
Necesitan diván y sesiones en Can Barça. El ‘palanquismo’ ha funcionado sobre el papel (van más de 80 mil a verlos en las gradas), pero luego ha de traducirse en remates, en goles, en nervio, en brío, en reacciones cuando el viento da de cara. Si no es así, la frustración te quema y termina descuadrando las cuentas de las competiciones y de la economía del club. ¿Lo mejor? Que desde mañana hay una nueva entrega liguera previo paso por París, eso sí. Un Balón de Oro será entregado con boato a Karim Benzemá.
Y es que en el fútbol, este galardón levanta casi tanta expectación y polvareda como un partido. Se hacen campañas, visuales y soterradas, para que los magos con botas de taco lleguen a la portada de France Football. ¡Hay hasta piques de los aficionados! Por eso hoy ya circula que este balón dorado hace el número 12 para madridistas equilibrando los 12 que levantaron talentosos azulgrana. Tiran más las alfombras rojas que las carretas. El glamour, Carlos, eso que tu repeles…
