Tengo en los oídos reverberando los aplausos que ayer se llevó como regalo final Lydia Valentín, otra de esas deportistas preferentes para la historia. Una halterófila de Ponferrada con 19 medallas de brillo en Olimpiadas, Mundiales y Europeos. Se apea de la élite a los 38 años tras cumplir cada uno de sus sueños. Levantando peso. Encalleciendo las manos. Con el cuerpo transformado. Una mujer. Imaginemos todo lo que tuvo que esforzarse y sacrificar.
A esa bendita obsesión siguen consagradas nuestras futbolistas con estrella en pecho. A no regresar al oprobio, al ninguneo ni a la condescendencia babosa (por cierto, un saludo a las peluqueras y peluqueros, y a sus clientes). Y con alguna rudeza, lo están consiguiendo. Hoy jugamos en Goteborg ante Suecia en la Nations League, con los juegos de Paris como meta añadida. Y con muchos triunfos transformadores de los que pueden presumir.
Y hay más pioneras y heroínas. Con menos fama Marta Figueras-Dotti, golfista exitosa de referencia que fue la primera deportista española en ser becada por una universidad americana. Ahora manda en el circuito femenino europeo de Golf y ha empujado como nadie para que la Solheim Cup se célebre por primera vez en nuestro país. Es la Ryder femenina. Reto bianual de europeas ante norteamericanas. Nuestras paisanas llevan dos ediciones seguidas imponiéndose, así que contaremos desde la Finca Cortesín en Málaga si sigue la racha.
Y remato con Elisa Aguilar. El 2 de octubre será elegida la primera presidenta de la Federación Española de Baloncesto. Se sumará a sus colegas de Remo y Salvamento y Socorrismo. Ya oyes que hoy solo quise hablar de ellas. Asumiendo que aún nos queda mucho. Seguiré trabajando en ello
