Que llegue tarde, como dice el PP, tiene poco valor, porque llegar 48 horas antes no hubiera cambiado la situación. Y la única duda es la de Villacís, de Ciudadanos: dejar que Maduro convoque las elecciones es una forma de legitimarlo. Este cronista opina que las elecciones debieran ser convocadas por la Asamblea Nacional.
Lo que es el ultimátum de Sánchez es una presión inútil: un dictador como Maduro, un tirano en palabras de Felipe González, no va a convocar por la presión española ni internacional. Sólo se marchará o convocará por la presión militar o porque el propio chavismo le dé la espalda, y Gauidó lo sabe: por eso pide a las Fuerzas Armadas que apoyen la democracia o, al menos, no disparen contra su pueblo.
Y si la cúpula está con Maduro, Guaidó aspira a que los oficiales, al menos, apoyen el cambio de régimen. Eso sería la rebelión de la tropa y quizá el conflicto civil. Así está el panorama. Faltan seis días para el ultimátum de Sánchez, que supo aprovechar el trance para su beneficio electoral con sus críticas a derecha e izquierda. Y como Maduro no va a obedecer, Sánchez puede poner en marcha el capítulo siguiente: demos por hecho el reconocimiento de Guaitó.