Por lo menos, el domingo de la gran prueba le salió bien; mucho mejor de lo que apuntaba. Antes parecía que hasta aquí había llegado; que la calle le iba a decir cuatro verdades; que Andalucía sería la gran corrección interna, incluso la gran censura interna de su política, y todo salió literalmente como él necesitaba.
En el veredicto mediático, que es el que importa, la oposición conservadora hizo una gran concentración, pero mordida por el virus de la división y con Vox como triunfadora, ahora que el PP amenazaba en las encuestas la hegemonía socialista.
En Andalucía se demostró que quien ríe el último ríe mejor, y el gran reidor ha sido quien Sánchez quería también. Ya nadie le hace vudú en su partido. Por si le faltara algo en el favorable domingo de las grandes batallas, también los errores corrieron en auxilio del ganador, y el error Ayuso, el de implicar al rey en los indultos, el de usar la palabra cómplice, completó la jornada.
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Ha sido un grande, inesperado e insólito regalo. Y como apuntas en tu pregunta, todo eso se complementará hoy con la foto con Biden. Biden y Sánchez pondrán la nota de gloria que entierra esa idea de que el nuevo presidente de Estados Unidos premia con su menosprecio al presidente español y acaba con la imagen desoladora del ninguneo en el escenario internacional. Entre los aciertos propios, que son descriptibles, y los errores ajenos, que no son inocentes, Sánchez vuelve a confirmar la suerte del campeón.