Es una magnífica pregunta para el propio presidente, que se le podría formular en latín: "¿Quo vadis, Petrus?". Y Petrus respondería: voy a hacer un país unido y con una clase política templada. Atraigo a Ciudadanos al diálogo, bendigo al PP cuando se aparta de Vox, no cierro puertas a Bildu si me quiere votar.
Pero, claro, la pregunta me la haces a mí, y mi respuesta es otra, también en latín: Petrus practica "Carpe díem". Aprovecha y vive el momento. Su prioridad es durar, como todos los presidentes que en el mundo han sido.
Y para ello utiliza estrategias de libro. La primera, dividir al adversario. Si Arrimadas se acerca, magnífico: se rompe la foto de Colón y Rivera mete una cuña. Si el PP rompe con Vox, grandioso: nada mejor para seguir en Moncloa que una derecha a palos. Por eso jalea a Casado. Y si Pablo Iglesias le ofrece los votos de Bildu, a caballo regalado no le mires el diente.
Puede ser inmoral, desmiente su compromiso de no pactar con los proetarras, pero engorda el caballo. Mientras, saca adelante los Presupuestos, se garantiza dos años más como superviviente y seguro que sueña con integrar a los independentistas en tareas del Estado, "en la dirección del Estado", dice Iglesias, aunque Bildu llegue diciendo "vamos a Madrid a tumbar definitivamente el régimen".
Todo esto desorienta, levanta críticas, provoca alarma, pero Petrus, triunfante, se pone el abrigo y dice al quevedesco modo: "ándeme yo caliente y ríase la gente".
