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Monólogo de Alsina: "El rey, confinado"

Carlos Alsina reflexiona en su monólogo de Más de uno sobre la ausencia del rey Felipe VI en la entrega de los despachos de los jueces en Barcelona y critica la ausencia de transparencia del Gobierno frente a ello.

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Carlos Alsina

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Este mundo se acaba. Que lo sepan.

El ministro Universidades, hombre invisible del Gobierno de España, se prodiga ante la opinión pública. Pero cuando asoma la cabeza… deja al personal turulato. Ahora mismo está usted ahí, pensando: claro, nuestro mundo se acaba, y a saber cómo será el que venga. Pues hombre, probablemente será un mundo en el que Manuel Castells ya no sea ministro de Universidades y su plaza se amortice, en vista del éxito. Como pensador y ensayista tiene un prestigio. Como ministro, aún no ha dejado huella.

Esto de que el mundo que hemos conocido se está acabando es un salmo al que se han abonado sociólogos, filósofos y gobernantes de medio mundo. ¿No le parece a usted, presidente?

Ya estamos en un mundo nuevo. Bueno, ya veremos cómo de nuevo es y cómo de diferente al mundo de antes. En 2001 ya se dijo que nada sería igual por lo de las Torres Gemelas y veinte años después… en lugar de Bush está Trump y en lugar de Putin sigue estando Putin, pero quien sigue partiendo la pana es China. Con la crisis financiera de 2008 también se dijo que el mundo había cambiado para siempre y el PP está proponiendo a Solbes para que organice el reparto de los fondos europeos. En España se dijo que la nueva política venía a cambiar este país para siempre y en el Vanity Fair sale Irene Montero.

No tan nuevo, presidente. Las ministras de Zapatero salieron en el Vogue y Soraya Sáenz de Santamaría se hizo un posado glamuroso que salió en la portada de El Mundo cuando aún lo dirigía Pedro J. ¿Y qué pasa?, dijeron, con razón, las ministras del PSOE, la vicepresidenta del PP y la ministra de Podemos.

Quien mejor sabe lo mucho que está cambiando el mundo es el rey Felipe, que hasta ahora tenía a la hija cuarentenada --la princesa— y que hoy está cuarentenado él mismo por decisión del gobierno. Sánchez le ha aplicado al monarca el confinamiento perimetral y ha limitado sus desplazamientos a lo que es el jardín de casa. Sólo hoy, que se sepa. Para que no acuda a Barcelona a juntarse con un montón de jueces recién salidos de la Academia no vaya a parecer que anda el Estado provocando. No sólo te inhabilito a Torra sino que te mando al rey a ensalzar el cumplimiento de la ley, qué escándalo. No se cierra Madrid pero sí se cierra la Zarzuela.

Naturalmente, sobre la cuarentena al rey ---en lenguaje morado 'cuarentena' se dice 'cordón sanitario'--- todo lo que hay son especulaciones porque el gobierno, en un admirable ejercicio de transparencia, se niega a responder a las preguntas más elementales. ¿Se acuerda usted de lo del miércoles, cuando los periodistas le preguntaron a Carmen Calvo quién ha decidido que el rey no vaya a Barcelona hoy y por qué?

A quien le corresponde. Ayer el mismo bochornito, esta vez a cargo del ministro de Justicia en la cadena Ser. ¿Quién ha tomado la decisión, ministro?

Urge que alguien le pregunte al gobierno ---atención, compañeros que hoy tengáis ministros a tiro, la pregunta es ésta--- a quién le corresponde decidir a dónde acude o deja de acudir el monarca. Porque estamos ante el curioso caso del gobernante que toma una decisión pero ni siquiera admite que la ha tomado. El gobierno no se siente obligado a dar la mas mínima explicación sobre la agenda oficial del jefe del Estado. Esto sí es nuevo. Despachar las preguntas como si aquí ya sirviera decir cualquier cosa. ¿Quién toma la decisión de que se oculte lo que está pasando, ministro?

Por no haber, no hay ni versión oficial de por qué el rey no debe presentarse hoy en Barcelona. Se ha hecho circular esta versión que dice que es para proteger a la monarquía, que razones de seguridad, para que el personal se haga a la idea de que el Jack Bauer de turno ha desbaratado un complot y ha preservado, menos mal, la integridad del monarca. Hombre, si el motivo fuera que peligraba la integridad del rey, no tendrían en la Zarzuela el globo que tienen (y que han compartido ya con unos cuantos periodistas).

A las doce del mediodía, en la Escuela Judicial de Barcelona, y en ausencia, por primera vez, del rey de España, el presidente del Poder Judicial, Lesmes, entregará los despachos a la nueva promoción de jueces. E incluirá en su discurso ---ya veremos en qué términos--- una queja al gobierno de Sánchez e Iglesias por el confinamiento de don Felipe. Allí estará, para escucharlo con cara de póker, el ministro de Justicia, Juan Carlos Campo. No pierdan el tiempo los 64 nuevos jueces que hoy son protagonistas de este acto preguntánole al ministro por la asusencia del jefe del Estado.

Entre el globo que tienen en Zarzuela, el rebote que tienen las asociaciones judiciales y el incendio que se declaró esta semana en la fiscalía por lo que dijo aquí Navajas, se le ha quedado al gobierno una mañanita judicial primorosa. Siempre nos quedará el Vanity Fair.

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