OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Operación camuflaje en Madrid"

Carlos Alsina reflexiona en su monólogo sobre el anuncio de colaboración entre Sánchez y Ayuso. También habla sobre las declaraciones del teniente fiscal del Supremo, Luis Navajas, en Más de uno.

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Carlos Alsina

| 22.09.2020 08:32

Cuando la noticia, por insólita, es la colaboración entre dos gobernantes para afrontar una epidemia, es que la avería del país es grave. Cuando la noticia, por lo inédito, es lo que debería ser de obligado cumplimiento. Sánchez y Ayuso anuncian que van a colaborar y el público aplaude que colaboren porque el público es consciente de que hasta ahora no lo han hecho.

Es legítimo preguntarse si después del entremés que ambos interpretaron ayer, escrito y dirigido por los conocidos dramaturgos Rodríguez y Redondo, esto de la colaboración leal va en serio o como siempre. A Fernando Simón, el celebrado portavoz del ministerio de Sanidad (e icono del gobierno) se le escapó ayer llamar a esto de ayer por su nombre: escenificar.

Escenificar lo que puede llegar a haber. Demostrar no, doctor. Ayer no se demostró todavía nada. Ayer lo que vimos es cómo el falcon del presidente (digo el coche oficial) llega a la Puerta del Sol, cómo le recibe la presidenta, y se saludan, y suben a la planta de arriba con un cámara que va delante de ellos todo el rato, y el presidente firma en el libro de visitas como si estuviera haciendo turismo solidario, y se sientan en dos butacones y fingen que charlan sobre cualquier cosa sin un solo papel a la vista y respetando la coreografía diseñada por sus jefes de ventas. (Llamarlo escenografía igual es demasiado, máxime cuando acaba de morirse Gerardo Vera). Si no sabes qué más poner, pon otro par de banderas.

Si usted reside en La Rioja, o en Baleares, o en la Comunidad Valenciana, esto de que el presidente del gobierno acuda a verse con su presidente autonómico y se muestren unidos contra una epidemia le resultará bien poco llamativo. Sánchez ya estuvo con Concha Andreu, con Francina Armengol, con Ximo Puig. Ah, pero es que todos estos son de su mismo partido. Y Ayuso, no. Si algo hemos aprendido es que el partido en el que uno milita tiene más importancia que la institución que uno encarna.

Sánchez y Ayuso van teniendo vidas paralelas.

En mayo era Sánchez quien decidía, con el comité de expertos que nunca existió, qué regiones pasaban de fase y cuáles permanecían. Ayuso se revolvía contra las decisiones y reclamaba los informes técnicos porque sostenía que

había sesgo político. En septiembre es el gobierno autonómico decide qué áreas se confinan y cuáles no y son los alcaldes socialistas los que reclaman los informes técnicos porque sostienen que hay sesgo político. En la política española, incluso en tiempos de pandemia, todo está inventado. Las movilizaciones contra Sánchez que en mayo alentaba Vox le parecían inaceptables a muchos de los que ahora alientan las manifestaciones de Vallecas contra Ayuso. Los datos, los parámetros, las tendencias a muchos de los activistas les importan un bledo. Aquí de lo que se trata es de subirse a la ola, de la epidemia, para montarle un lío en la calle al que gobierna.

Teniendo en cuenta que la reunión se anunció el jueves, que la curva ésta que se han propuesto doblegar lleva subiendo desde finales de agosto y que no consta que Madrid haya dejado de ser la misma comunidad autónoma que ya era en abril, y en marzo, ¿qué diría usted que por fin tienen a su disposición los madrileños? Exacto, un espacio de colaboración. Aquello por lo que suspiraban. Eh, no sólo eso. Porque el espacio de colaboración es como una mu-ñeca rusa que lleva dentro un grupo de trabajo y un portavoz técnico sanitario. Y aún hay más: ha empezado a funcionar de inmediato.

De inmediato. Siete meses después de que empezara la epidemia. Un mes después de que la curva diera signos de que se descontrola. De inmediato. La colaboración empieza a partir de ahora.

Madrid es lo que siempre ha sido Madrid y por eso requiere de un plan especial… ahora.

Fue enterarse de que se ha creado un espacio de colaboración y un grupo de trabajo y en los centros de salud se escuchó el alivio de médicos y enferme-ras; en los hospitales se disparó la euforia; los profesores, en los colegios, se sumaron a los cánticos de sus alumnos, oe oe oe; los ciudadanos en cuarentena y a la espera de que les hagan pcr salieron a los balcones a gritar ‘por fin, por fin llegó el espacio de colaboración y el grupo de trabajo’.

Hasta ayer uno creía que la colaboración era constante entre el ministro Illa y el consejero madrileño; juraría que se vieron los dos con los consejeros de Castilla La Mancha y Castilla y León hace una semana; incluso afirmaría que todas las veces que se han visto han hecho saber que los procedimientos de cooperación estaban funcionando. Pero ahora se nos anuncia que la colaboración va a ser realidad a partir de ahora. Pues así sea, amén.

Hay un incendio en la fiscalía del Tribunal Supremo ---es decir, en la cúpula fiscal--- por la entrevista al teniente fiscal Navajas ayer, en este programa.

Como dijo tantas cosas, y con tanta vehemencia, algunas han pasado como si nada. Pero les recuerdo cómo empezó la conversación de ayer. Recordando que Navajas ha sido número dos de la fiscalía con seis fiscales generales distintos.

Si eres demasiado independiente no vales para fiscal general del Estado. Lo dice el número dos de la jerarquía. Qué habrá pensado su jefa de ahora, Dolores Delgado, y sus jefes anteriores.

El fiscal Navajas, que como él contó aquí se jubila en diciembre, ha querido salir a defenderse de las críticas que, sin nombres ni apellidos, se han publicado en prensa hacia el informe en el que pide que se desestimen las querellas contra el gobierno por el coronavirus. Como autor del informe que es, niega que haya querido salvar la cara al gobierno y se revuelve contra compa-ñeros suyos del Supremo, fiscales, que han hablado con la prensa para cuestionarle. Se le critica que no convocara, ante asunto tan relevante, a la Junta de Fiscales para escuchar su criterio. Y él replica que algunos de los fiscales que están en esa junta habían dejado de ser imparciales.

Navajas no dio nombres pero sí dio pistas suficientes: el fiscal Cadena y la fiscal Madrigal, que fue fiscal general del Estado con el gobierno Rajoy. Y de la que dice que intentó influirle para que apoyara las querellas contra el gobierno.

De la entrevista se desprende que son los fiscales que están en la cúpula, ellos mismos, quienes se tienen etiquetados políticamente unos a otros y que tienen asumido que el criterio de unos y de otros depende de cómo respiren políticamente. Si unos hablan con la prensa para cuestionar a Navajas, Navajas se planta delante de un micrófono y los cuestiona a ellos. Y por eso esta mañana en la fiscalía del Estado hay un incendio.

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