OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "La tormenta del juez campeador del independentismo que se fue de la boca"

Primer asunto del día, la lluvia. Segundo, la tormenta del juez campeador que se fue de la boca. Llueve. Y a la espera de que eso se refleje en el precio de la luz para los consumidores con tarifa variable ---nos vienen asegurando que así bajará el precio---, el presidente Rajoy puede darse con un canto en los dientes porque su pronóstico meteorológico de ayer en este programa se ha cumplido.

Monólogo de Alsina

Madrid | 27.01.2017 07:58

Lloverá. Y llovió. Tiembla Brasero.

Santiago Vidal. Nombre propio del día. Senador de Esquerra Republicana. Antiguo juez. Actor relevante en el elenco del proceso independentista catalán. Uno de los héroes de la causa: el juez campeador que redactó una Constitución y sufre, por ello, la persecución de España. El senador que le pregunta a Rajoy todos los meses por los excesos que, en su opinión, comete el gobierno de España.

Excesos. Abusos de poder. Ilegalidades.

Tenemos a un senador que tiene todo el día en la boca la democracia, la tolerancia, la convivencia y que presume, alardea, de haber investigado a todos los jueces que hay en Cataluña para saber cómo respiran respecto del independentismo: la lista negra, a un lado los afines a la causa —-los nuestros— al otro, los desafectos —-los que se irán cuando Cataluña sea independiente—.

Tenemos a un senador que ha ejercido de juez y que encuentra muy divertido decir que el gobierno catalán ha obtenido ilegalmente los datos fiscales de todos los contribuyentes. Estáis todos fichados, les dice a los espectadores, pero puedo deciros cómo porque el procedimiento no era legal. Y ríen todos.

Tenemos a un senador que antes impartía justicia y que bromea sobre la intromisión de la administración autonómica en la privacidad y las posiciones políticas de los ciudadanos. ¿De donde han sacado a este prohombre?

Sólo hay dos opciones: o el juez campeador del independentismo está diciendo la verdad —ha cantado la gallina—; o es un mentiroso y un frívolo. Cualquiera de las dos opciones merecen que el partido que lo ha colocado en el Senado —con su aforamiento y su canesú— haga algo más que despachar a los medios diciendo que no ha lugar a hacer declaraciones y que ya ha publicado el portavoz del partido un par de tuits con todo lo que tiene que decir. ¿Y que es lo que tiene que decir Esquerra? Que el gobierno siempre actúa legalmente y que lo que diga Vidal es cosa de Vidal. Soltando amarras. O empezando a soltar lastre.

Esquerra se quita de en medio. Y el gobierno catalán, tres cuartos de lo mismo. Cuando el escándalo es de otros, abundan las declaraciones y se llama a la gente a manifestar su desagrado. Cuando el escándalo es propio, a mirar para otro lado y esperar que escampe.

Mi reino por un caballo.

Hubo debate ayer, en casi todos los medios, sobre si Rajoy de verdad de verdad no sabía que el abogado del PP en el caso Gürtel había pedido la nulidad del juicio o se había hecho el loco. Si de verdad es posible que el presidente del Partido Popular ignore cuál es la estrategia de defensa del abogado que representa a su organización en el juicio.

Gürtel fue durante muchos años la palabra maldita para Rajoy. Y con razón.

La trama de comisionistas organizada en torno a Francisco Correa, según confesión del capo.

La implicación del tesorero del partido al que intentaron blindar, en torno al que cerraron filas, al que estuvieron a punto de beatificar por su condición de mártir, y al que se descubrieron luego cuentas millonarias en Suiza.

Rajoy se descomponía cada vez que le mentaban la Gürtel porque el tiempo pasa pero los sms permanecen. Y mensajearse con un evasor fiscal, y presunto comerciante de favores, cuando ya se ha destapado su paraíso suizo —-Luis sé fuerte— es un tiro en el pie del que difícilmente te curas ya nunca. Pero…incluso los peores tiros en pie propio cicatrizan.

Rajoy se llegó a sentir descabalgado en medio de la batalla y sin montura desde la que recuperar altura. Mi reino por un caballo, así acabó Ricardo III. Suspiraban por el cambio de dinastía ya los Tudor. Pero aguantó el rey del marianismo aferrado a su silla de montar, aun sin caballo; se hizo el muerto, como diría Müller, y acabó saliendo airoso, mal que bien, de la refriega. Hoy Rajoy sobrevive en la Moncloa mientras sus adversarios políticos andan a espadazos con su propio espejo.

Y en casa Rajoy dan por hecho que la Gürtel —el coste político del tráfico de dinero negro y la caja B, presuntamente— ya pasó. Que en ausencia de munición nueva, la Gürtel ya no da para que le tiemblen a nadie las piernas debajo de la mesa.

Bárcenas le ha escrito una carta a Raúl del Pozo.

En la que cita a Shakespeare. El Ricardo III. Una frase de ese drama: "Más amargamente podría extenderme si, retenido por la consideración que debo a cierta persona que vive, no impusiera a mi lengua un prudente límite", dice el texto. Él lo resume de esta forma: "Pondré", le dice, "pondré un freno de mesura a mi lengua".

No habla de Rajoy, no habla del PP, no aporta datos nuevos. No hay mochilas, no hay recibís, no hay pruebas que hagan caer presidentes.

Sí afirma que su único delito es fiscal y que está convencido de que así quedará establecido en la sentencia.

"Creo que mi deuda con la sociedad está pagada", dice Bárcenas. "Regularicé mi situación con Hacienda y fui arrojado desde la luz a las tinieblas, todas las puertas se cerraron".

Freno de mesura a su lengua.

La carta de Bárcenas se resumen en esta cinco palabras: "Ahora ya mejor me callo".