OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "El gobierno cambia el paso, de combatir la huelga a hacer alguna intervención feminista"

Cambiando el paso. A dos días del ocho de marzo. El día en que está convocada la huelga.

Carlos Alsina | @carlos__alsina

Madrid | 06.03.2018 07:59

Cambiando el paso, o el tono, del gobierno, el número dos del ministerio de Sanidad —viceministro de Igualdad— dijo ayer estas cuatro cosas en el Senado:

1 • El machismo ha venido lastimando a la sociedad española durante mucho tiempo.

2 • La igualdad efectiva de hombres y mujeres dará como resultado una democracia plena cuyos estandartes reales sean la justicia individual y social.

3 • Esta no es una batalla contra los hombres, sino contra los privilegios masculinos que aún perviven en la esfera pública y privada.

4 • Las mujeres realizan en España más de la mitad del trabajo y no obtienen ni la mitad de los beneficios.

Se llama Mario Garcés y tuvo también este recado para los medios de comunicación. Para que además de predicar contra el sexismo se apliquen ellos mismos el cuento.

Cambiando el paso.

El gobierno ha pasado de combatir con vehemencia la convocatoria de huelga de mujeres a hacer ayer en el Senado una intervención que las portavoces de la oposición calificaron de ardorosamente feminista. Tanto, que animaron a Garcés a que no flaquee.

Hoy publica El País una encuesta que dice que de cada cien mujeres,

23 han sufrido acoso sexual más de una vez;

2 muchas veces;

7 alguna vez;

y 63 de cada cien, nunca.

El 56 % de los ciudadanos, hombres y mujeres, cree que la sociedad no se toma en serio la prevención del acoso sexual. Lo que es tanto como decir que la sociedad cree que ella misma no se está tomando en serio este problema. Y ocho de cada diez españoles está a favor de esta huelga. No dice que vaya a hacerla, pero sí que comparte sus motivos.

Las comisiones de investigación investigan poco, lo sabemos.

Son las policías judiciales, la fiscalía y los jueces, quienes hacen las investigaciones verdaderas. Y por eso habrá que estar atentos al recorrido que tengan las denuncias que se están presentando contra los Mossos d'Esquadra por seguimientos y espionaje a personas que ni eran sospechosas de nada ni habían sido señaladas por ningún juez como susceptibles de ser investigadas.

Pero dado que a todos los partidos les parece tan necesario hacer comisiones de investigación sobre los asuntos oscuros —sobre la Gürtel, sobre la financiación de los partidos, sobre las cajas de ahorro, sobre el 11-M, sobre Roldán, sobre la gestión de Fernández Díaz en el ministerio del Interior—, a ver con qué argumento se oponen a que el Parlamento catalán investigue la actuación de los mandos políticos de los Mossos d'Esquadra en los meses previos al primero de octubre.

Les recuerdo lo que venimos conociendo estos días:

Un informe de la policía entregado a la juez Lamela. Recoge lo que decían los papeles que los Mossos intentaron quemar en la incineradora del Besós. Correos electrónicos que revelan que había seguimientos de dirigentes de Sociedad Civil Catalana de periodistas críticos con el procés.

• Un tal Xavier que, según el relato de un mosso, se dedicaba a captar agentes para un equipo clandestino que disponía de un piso franco con tecnología para hacer pinchazos telefónicos y grabaciones de vídeo. Sobre esto hoy dice La Vanguardia que los propios mossos lo han investigado y el tal Xavier lo fabuló todo para quedar con el mosso y ligar con él, qué historia.

• Y dossieres sobre periodistas de medios críticos, como El Confidencial, que fueron espiados con el fin de tener información personal sobre ellos y sus circunstancias laborales y personales. Aquí sin fabulación alguna.

Ciudadanos ya ha pedido que se cree una comisión de investigación en el Parlament. EL PSC está por la labor. El PP parece que también. Ada Colau dijo en este programa ayer que ellos están por la labor de que esa comisión de investigación se cree siempre que haya indicios suficientes, que parece que los hay, ¿verdad?

Vamos a ver cuánto afán por investigar tienen los dos partidos independentistas, Esquerra y el PDeCAT —tan activos en las comisiones de investigación del Congreso de los Diputados— cuando de actuaciones de su gobierno se trata.

Vamos a ver con cuánto ímpetu defiende Rufián que hay que aclarar si las fuerzas de seguridad —mossos patróticos— espiaron a los dirigentes de la oposición y a periodistas críticos. Las cloacas de Interior…en Cataluña.

Ay, el serial.

Que se nos olvida ya hasta cuándo lo echan.

Está tan aburrida la trama desde hace días, ¿verdad?, que acaba dándole uno al mando a distancia y enganchándose a otras peripecias políticas.

Ríete tú de Italia y su dificultad para formar gobierno.

En Italia nadie tiene mayoría para investir un presidente así porque sí. En Cataluña sí. De eso presumieron los partidos independentistas la noche del 21 de diciembre. Había ganado las elecciones Ciudadanos, vale, pero los vencedores de verdad eran ellos porque, terminada la campaña, volvían a ser una unidad de destino en lo universal. Y todo eso.

Ayer metieron a un monje en el serial, a ver si así remonta. Un monje de Monserrat, pata negra, oye, que se largó un mítin con soniquete de sermón. Al más puro estilo de los mítines, o sea, atacando a los demás y sin hacer ni media crítica sobre la casa propia. Aquí el monje criticando, por ejemplo, que se prohíban obras artísticas.

Seguro que mañana mismo proyectan en Monserrat "La ultima tentación de Cristo". E invitan a Dan Brown a hacer una lectura de "El Código Da Vinci".

Aquí el monje criticando a los mercaderes que hacen negocio y rinden culto al dinero.

Mañana mismo se planta en el Vaticano a decirle al papa que renuncie a todas las posesiones materiales de la Iglesia Católica. Y en la sede de la Conferencia Episcopal, para que deje de rendir culto a la casilla del IRPF.

Aquí el monje, en fin, llegando a donde quería llegar. Jesús como avalista de su denuncia sobre la existencia de presos políticos en España.

No hay como tener a Jesús a mano para atribuirle opiniones que no parece que esté en condiciones de emitir.

Es verdad que existe El cristo del procés. Pero no es una imagen de Jesús. Es un diagnóstico de la empanada mental que sufren algunos. Monjes de Monserrat incluidos.

Vamos para dos meses y medio desde aquella noche tan eufórica en la que se vio levitar al fantasma de Flandes y llorar de emoción a los hijos políticos de Junqueras. Dos meses y medio después, la euforia se esfumó, la unidad de destinó se les gripó y el motor indepe anda gripado. Los actores arrastran los pies por el escenario, repiten sus diálogos hasta gastar las palabras y tienen a los espectadores preguntándose cuándo va a pasar algo.

En el capítulo de ayer, tan poco estimulante, salió Torrent, el de la barba, empezó a recibir gente —que si Iceta, que si Arrimadas, que si Rovira, que si Romeva (¿se acuerdan de Romeva, un actor que hizo de mister Proper y que hace dos temporadas tuvo capítulos enteros para él solo?, pues sigue en el reparto, aunque sólo para hacer bulto)—, se puso Torrent a recibir gente y ya no paró hasta que salieron otra vez los créditos. Bueno, sí, justo antes de acabar el episodio dijo que propone a Jordi Sánchez como nuevo candidato.

Este Jordi Sánchez es como el hombre invisible del serial: todos hablan de él, pero nunca aparece. La Rebeca del culebrón. Ayer tampoco se le vio. Y empieza a sospecharse que no se le verá nunca. Por el Parlamento, se entiende.

Por muy candidato que sea no tiene ni permiso para abandonar la prisión ni votos suficientes para ser investido presidente. Hay quien dice que es un MacGuffin, una excusa para tener al personal entretenido aunque para el desenlace de la trama sea perfectamente irrelevante. Solo que entretenido, lo que se dice entretenido, no parece que al público le esté entreteniendo gran cosa.

Cataluña, empantanada.

No es que se haya acostumbrado a estar sin gobierno —porque gobierno hay—; se ha acostumbrado a estar gobernada desde Madrid sin que revienten las estructuras autonómicas. A ninguno de los actores se le ve con prisa por acabar con aquella intervención tan terrible del autogobierno que iba a sacar a la calle a millones de ciudadanos indignados porque sea Soraya la gobernadora del territorio.

Al único que se le ve con ganas de poner fin al 155 es, paradójicamente, a un actor episódico que sólo aparece en el serial cuando pasa algo gordo: se llama Mariano Rajoy.