OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "La guerra de Trump"

Carlos Alsina reflexiona en su monólogo sobre cómo afectará Europa los nuevos aranceles puestos en marcha por Donald Trump.

Carlos Alsina

Madrid |

Comienza la guerra comercial

Y nos han declarado la guerra. Nos ha declarado la guerra. Dices: ¿quién, Putin? No, Putin lleva tres años intentando quedarse con Ucrania —que no es Unión Europea pero sí es Europa— aunque él sigue sin llamarlo guerra. Y lleva bastante más de tres años socavando cuanto puede la Unión Europea, azuzando el antieuropeísmo, a base de injerencias en procesos electorales, ejércitos de bots y padrinazgo de movimientos desestabilizadores. Si preguntas uno por uno a los gobernantes europeos quién representa el mayor riesgo, hoy, para la Unión Europea, uno por uno (salvo uno) te responden Putin.

Si preguntas uno por uno a los gobernantes europeos quién representa el mayor riesgo para la Unión Europea, uno por uno (salvo uno) te responden Putin

Pero quien nos declaró anoche la guerra fue el otro, Donald Trump.

20% de arancel a todos los productos europeos. Guerra comercial, capítulo ya ni se sabe. Al cabo de setenta días anunciando y contra anunciando castigos a los productos europeos (y canadienses y mexicanos y chinos y de dónde no); al cabo de setenta días distorsionando los hechos, y los datos, para presentar a Estados Unidos (entiéndase, las empresas estadounidenses) como víctimas del expolio de los europeos toca narices que andan poniéndole todo el tiempo palos en las ruedas al resurgimiento económico de América; al cabo, en fin, de estos setenta días de desdén a la Unión Europea y de propaganda nacionalista-proteccionista —América, primero y el Día de la liberación como eslóganes machacones— Donald Trump confirmó anoche su condición de campeón contra el libre comercio y rey del victimismo.

Al cabo de estos setenta días de desdén a la Unión Europea y de propaganda nacionalista-proteccionista Donald Trump confirmó anoche su condición de campeón contra el libre comercio y rey del victimismo

Presenta su ofensiva contra empresas y productos europeos como legítima defensa contra las agresiones sufridas, pero en la práctica lo que hace es fiar el resurgir económico de su país a poner trabas a los productos de otros países: obstáculos, tarifas y sobreprecios. Como diría el profesor, éste debe de ser el famoso liberalismo. Trump, como se sabe, es el faro de Milei, y de Orban, y un poco de Meloni. Y de Abascal: España, en vilo para saber cómo combatirá San Diego Obescal esta guerra. O mejor, en qué bando estará alistado.

Trump, como se sabe, es el faro de Milei, y de Orban, y un poco de Meloni. Y de Abascal: España, en vilo para saber cómo combatirá San Diego Obescal esta guerra

Hasta anoche la duda era si Trump discriminaría entre naciones de la Unión Europea o iría a por todas a la vez. Lo primero es un alivio para que las que salen menos perjudicadas —y ahí se supone que habría estado España— pero, a la vez, es un problema para la Unión Europea —problema sobre problema— cuyo peso y fortaleza depende en gran medida de la unidad de sus Veintisiete naciones.

Eso es, unidad y determinación, como dice la señora Von der Leyen. Que ayer compareció en el Parlamento Europeo y que hoy empezará a dar respuesta a la declaración de guerra.

Aspirando a una salida negociada, pero decidida, en caso de que la negociación no sea posible, a utilizar todos los instrumentos que la ley europea contempla. Y eso incluye el escudo anti coerción, que es un instrumento que se creó hace dos años pensando más en China que en Estados Unidos —se suponía que Trump ya era historia— y que faculta a las instituciones europeas a defenderse de aquel país que intente doblarle la mano o meter cizaña entre los gobiernos europeos. ¿Cómo? Pues aplicando restricciones a la actividad de las empresasde ese país, su actividad financiera en Europa o la propiedad intelectual de sus productos.

El escudo anti coerción es un instrumento que se creó hace dos años pensando más en China que en Estados Unidos, se suponía que Trump ya era historia

El gobierno español hará una declaración también hoy. El presidente Sánchez tuvo una primera reunión ayer con patronales y sindicatos, hoy tiene convocados a los sectores económicos más afectados, y además de secundar —claro— las decisiones de Bruselas prepara medidas españolas para paliar el daño causado a nuestras compañías. Y además, como es norma en el gobierno Sánchez, persuadir a la opinión pública de que es posible convertir esta crisis comercial en una oportunidad para reforzar Europa.

Como es norma en el gobierno Sánchez, persuadir a la opinión pública de que es posible convertir esta crisis comercial en una oportunidad para reforzar Europa

Viene siendo una constante en los discursos del presidente —y del ministro de Economía— sobre este asunto combatir el derrotismo al que se ve tentada la sociedad. Esta falsa percepción de que Europa apenas es nada frente a la pujanza, la hegemonía, el poder de coerción de los Estados Unidos. O en otros momentos, de China. O en el ámbito de la seguridad, de Rusia. Este apreciarnos a nosotros mismos un poco más, o querernos más, o confiar más, que pasa por recordar el tamaño que representan juntas las Veintisiete economías de la Unión Europea y nuestros indicadores de inversión, competitividad, condiciones laborales, formación y calidad de vida.

Aunque es probable que Sánchez y Feijoo traten de evitar que se note demasiado, ocurre que en esta guerra arancelaria les sucede lo mismo que en la guerra de Ucrania: que están de acuerdo. Comparten diagnóstico y, como ayer explicitó Feijoo, al que el gobierno le reprochaba ambigüedad, comparten también que ante una agresión comercial hay que responder con la misma moneda.

Es probable que Sánchez y Feijoo traten de evitar que se note demasiado, ocurre que en esta guerra arancelaria les sucede lo mismo que en la guerra de Ucrania: que están de acuerdo

Ya que los gobernantes europeos predican estos días lo relevante que es mantener la unidad, habrá que presumir que el presidente Sánchez, además de convocar a empresarios y sindicatos, hará lo propio con el líder de la oposición y los demás dirigentes políticos, por aquello de hacer visible que ésta es la respuesta de país a la agresión sufrida por el gobierno de otro país. Obescal ya sabemos que ni acudiría a una reunión con Sánchez —antes muerto que sencillo— ni va a decir nunca nada que pueda incomodar al padrino, O sea, Trump.

Obescal ya sabemos que ni acudiría a una reunión con Sánchez —antes muerto que sencillo— ni va a decir nunca nada que pueda incomodar al padrino, O sea, Trump
Monólogo de Alsina: "La guerra de Trump"