Érase una vez un gobernante incapaz de asumir que sus gobernados ya le habían dado la espalda. Fin de la historia. El presidente Sánchez comparecerá ante sí mismo dentro de media hora, en la Moncloa, sin periodistas (se hará un plasma) para anunciar a España a cuál de sus ministras encomendará a partir de mañana la tarea de hacer campaña, desde la sala de prensa de la Moncloa, contra el PP y Vox. Es decir, quien toma el relevo de Pilar Alegría, enviada a Aragón para intentar salvar la cara del PSOE en las autonómicas, como altavoz gubernativo de las consignas contra la oposición que se cocinan cada semana en la Moncloa.
Anunciará el presidente esta decisión suya, que han aguardado los gobernados con el corazón en un puño -quién será, quién será- doce horas después de que los extremeños terminaran de votar y premiaran a PP y Vox con siete escaños más que lo que hasta ahora tenían (uno para el PP, seis para Vox), al tiempo que castigaban al PSOE con diez escaños menos.
En la triple carrera que se ha librado en Extremadura desde que la presidenta autonómica, Guardiola, disolviera el Parlamento al haber fracasado en su intento de aprobar Presupuestos nuevos, el PP ha goleado al PSOE en la primera de las carreras -la de mayor efecto en el resto del país-; el PP ha perdido la segunda, que era su carrera con Vox -disolvió para emanciparse de la tutela de la extrema derecha y sigue obligada a negociar con Vox la investidura y los Presupuestos-; y Podemos ha ganado la tercera de las carreras, la que disputaba, a la vez, al PSOE, por el favor de los votantes de izquierdas, y a Sumar: la candidata de Podemos gana tres escaños, el PSOE pierde diez, y Sumar ni está ni se le espera. Gobierno de coalición, en declive, Podemos, remontando. Derechas en Extremadura, 60% del voto. Izquierdas, 36%. Veinticuatro puntos de ventaja para las derechas, ¡en Extremadura!
Resumen de una jornada electoral que deja al PP donde estaba, o sea, gobernando y obligado a entenderse con Vox, y deja al Partido Socialista y a su secretario general malherido: si tu adversario crece y tú caes catorce puntos, no parece que haya que estudiar Políticas para hacer profundos análisis sobre a quien le ha ido mal.
Si tu mensaje ha sido vótame a mí para que no gobierne la derecha y los votantes niegan cualquier opción de gobierno que no sea de derechas y a ti te castigan con diez escaños menos, no parece que tu estrategia esté siendo un éxito. Si los votantes de izquierdas le dan, en fin, tres escaños más a Podemos y te quitan diez a ti, igual deberías darle una vuelta a tu legendaria audacia para darle la vuelta a las encuestas.
El PSOE ya solo aspira a convencer a sus convencidos. Y ahora ya solo aspira a convencer a sus convencidos de que la realidad no es lo que parece. Es lo que es. El PP perdió las elecciones en Extremadura hace dos años y medio. Guardiola gobernó, perdiendo, a costa de tragarse sus promesas y encamarse con Vox. En la primera oportunidad que ha tenido el PSOE para recuperar el gobierno extremeño ha caído del 40% del voto al 26%.
El PSOE ya solo aspira a convencer a sus convencidos de que la realidad no es lo que parece
El señor Gallardo le reprochaba anoche a Guardiola que no haya conseguido los treinta y tres escaños de la mayoría absoluta. Es verdad que no los ha conseguido, pero te ha sacado diez de ventaja a ti. De sus escasos dieciocho escaños solo acertó a decir Gallardo que son un mal resultado -ya te digo- y que hoy la dirección de su partido sacará consecuencias.
Se espera que renuncie al liderazgo orgánico y hay quinielas sobre si renunciará también al aforamiento, porque derrotado y todo sigue, naturalmente procesado. La conocida doctrina socialista según la cual Gallardo era tan víctima, como David Sánchez Pérez-Castejón, de una jueza derechista que alentaba denuncias falsas no parece que haya abrazado por los votantes. Ni siquiera por los votantes de Gallardo y de Sánchez.
Gallardo llegó a lamentar anoche que se hayan celebrado unas elecciones que no han servido para que Guardiola se corone. Dijo lo mismo Irene de Miguel: para qué han servido estas elecciones, si Guardiola ha salido como entraba.
Visto desde la perspectiva de Guardiola, tiene sentido el planteamiento. Pero ni Gallardo ni Irene de Miguel son Guardiola. Las elecciones, para ellos, tenían que haber servido para probar que, como sostienen, los extremeños están contrariados, insatisfechos, indignados con las políticas de la presidenta.
Las elecciones tendrían que haberle servido a ellos para disputarle el gobierno a la derecha, no para predicar que total, si no hay Presupuestos tampoco pasa nada. Pareció anoche que las elecciones les hayan estorbado. Y unas elecciones sirven, siempre, para una cosa: saber qué piensan los votantes, en quienes confían y cuánto.
Estas elecciones han servido para saber que la derecha es hoy hegemónica en Extremadura y que la izquierda no consigue frenar su avance. Si Vox crece, pero no lo hace a costa del PP, que también mejora (aunque sea poco) no hay que ser politólogo para saber a costa de quién está creciendo.
En Extremadura, con claridad, ha sido a costa del PSOE. Votantes del PP se van a Vox pero el PP lo compensa con los votantes ex PSOE. En la cuenta final quien pierde es el Partido Socialista, derrotado en la ciudad de Badajoz no solo por el PP sino también por Vox. Tercera fuerza por detrás de Vox en Navalmoral o en Trujillo. Y aún dirán en Ferraz que el dique es Sánchez. Entre amnistías y financiaciones singulares, Sánchez es hoy un candidato ganador en Cataluña. Solo. Solo en Cataluña.
Entre amnistías y financiaciones singulares, Sánchez es hoy un candidato ganador solo en Cataluña
A María Guardiola no le ha salido la apuesta, sigue donde estaba. El pulso con Vox lo ha ganado Vox. Crecido, envalentonado, capaz de proclamarse anoche verdadero vencedor de la jornada, y eso que tiene dieciocho escaños menos que el PP. Guardiola los señaló como culpables del bloqueo presupuestario y el elector los ha premiado con el doble de votos de los que tenían.
En la intervención, anoche, de la candidata del PP pareció que estas elecciones se hubieran convocado solas. No hizo ni amago de reflexión sobre el hecho de que su pulso con Vox para emanciparse obteniendo la mayoría absoluta, a la manera en que Ayuso o Moreno lo hicieron antes en Andalucía y en Madrid, lo haya perdido ella.
Es verdad: Guardiola se quedó a cuatro escaños de la mayoría absoluta. Cabe imaginar este escenario: ¿qué habría dicho el PSOE si, en las elecciones generales, se hubiera quedado él a cuatro escaños de la mayoría absoluta? ¿Qué habría dicho si le hubiera dieciocho puntos al PP y este hubiera caído a su peor resultado electoral?
En 2023, elecciones generales, Feijóo no fue investido porque la suma de PP y Vox no daba mayoría absoluta. Hoy los sondeos dicen que juntos llegarían a los doscientos diputados, veinticuatro por encima de esa mayoría. No es la investidura de Feijóo la que hoy resultaría imposible. Es la de Sánchez. Pero el gran timonel seguirá repitiendo en sus mítines que hay que ver el PP y hay que ver Vox. El gobierno de coalición PSOE-Podemos se sometió al examen de las urnas en 2023 y lo suspendió.
El autoengaño empezó entonces, cuando habiendo perdido el poder territorial y habiendo perdido las elecciones generales, pudo mantener el poder a costa de blanquear a Puigdemont y abrazarse a la derecha independentista catalana. Dos años y medio después, la deriva ha seguido y para la izquierda se ha agravado. Sin Presupuestos, sin mayoría parlamentaria, sin cuestión de confianza. Érase un gobernante resistente, tan resistente que se resistía a asumir que sus gobernados ya le habían dado la espalda.

