Felices fiestas. Que descanse, presidente. Y que dios reparta suerte. Sí, el lunes también. Pero antes del lunes va el domingo, que hay elecciones. Voy con la historia, entonces. Fue en las campas del Moriscal donde, según la leyenda (leonesa, por supuesto), un potro desafiante encaró la torvisca (o la tormenta) mientras sus compañeros de manada huían amedrentados. Y fue aquel potro el que, con su dentadura ya completa, o sea, hecho caballo ganó fama porque ganó batallas cabalgado por un caballero de nombre Rodrigo y al que llamaron El Cid.
Con Babieca sucede que son tantos los lugares de España que se atribuyen haberle visto nacer, que supera en ubicuidad al mismísimo Cervantes. Pero la leyenda babiana dice que el caballo era de allí y, por hoy, nos vale.
Se lo leí a Luis Mateo Díez, mucho antes de ser Premio Cervantes, en su guía para viajeros sobre el macizo de Ubiña, y el valle de San Emiliano, y Villafeliz, Candemuela, Villargusán, Genestosa -qué nombres-, La Farrapona, el Machadín y Matalachana, no confundir con La Chalana, que es un restaurante. Ahí descubrí, también, que la Babia, en realidad, son dos: la Baja y la Alta.
Y que el origen de la expresión que hizo inmortal a la deshabitada comarca leonesa, estar en Babia, también son dos. Una, que los reyes de León se retiraban a sus valles para disfrutar de la holganza -¿dónde está el rey? ¿El rey, en babia?-. Dos, que los pastores trashumantes abandonaban la sierra buscando el pasto de Extremadura y, estando allí, era tal su añoranza que se abstraían de todo -¿Qué le pasa al pastor? ¿Al pastor? Que es babiano, ya sabes: está en babia-. La segunda es melancólica. La primera, prueba de que quien no quiere enterarse de nada se planta en Villafeliz y se queda a vivir en Babia.
Quien no quiere enterarse de nada se planta en Villafeliz y se queda a vivir en Babia
La pregunta más atinada que se le hizo ayer al presidente Sánchez en Moncloa -barro para casa- la hizo una contertulia de este programa, Ainhoa Martínez.
Fue la más atinada, digo, y eso que se le hicieron muy buenas preguntas al presidente. Por ejemplo, qué le hace verse a sí mismo como freno a la ultraderecha cuando, gobernando él, la ultraderecha no para de crecer a costa de la izquierda. O por ejemplo, por qué exigía elecciones anticipadas a Rajoy por no aprobar presupuestos y él no se exige nada a sí mismo no habiéndolos ni presentado, mandato constitucional incumplido (en esto reincidente) y ley del embudo tan del gusto del ministro replicante Óscar Puente.
Aquel que dijo en este programa que si no hay proyecto de Presupuestos tampoco pasa nada. Total, solo es incumplir la Constitución y hurtarle a la sociedad un debate al que la sociedad tiene derecho. Ay, la sociedad, luego hay quien se llena la boca diciendo que democracia no es solo votar cada cuatro años, es verdad, o investir un presidente para cuatro años, es verdad; también es poder debatir un Presupuesto cada año, también es asumir que la cuestión de confianza está pensada para situaciones como esta que estamos viviendo, como diría un ministro, a ver si se entiende de una vez, que parece que hay replicantes que no quieren enterarse.
La doctrina de Sánchez
Que la doctrina de que Sánchez debería pedir la confianza al Congreso no es ni de El País ni de La Vanguardia (aunque ambos periódicos lo han defendido), la doctrina es de Just Peter, o sea, el Sánchez que, en la oposición, daba lecciones de altura democrática (dios nos libre de los groupies).
Volvamos a León. En qué posición le deja al presidente estar siempre en Babia. Oportuna la pregunta sabiendo que el presidente del gobierno, en otro tiempo durísimo con quienes alegaban no enterarse de nada, tiene dicho que nunca supo de las andanzas de Koldo; que nada sospechó de Ábalos; mucho menos de Cerdán; nada escuchó jamás sobre Paco Salazar; ni sobre Antonio Hernández; ni sobre Izquierdo; de Leire, ya, ni te cuento, no sabía ni quién era; el de la SEPI nunca llamó su atención; y dinero en efectivo del partido seguro que alguna vez cobró pero a saber en concepto de qué y cuánto. Ábalos, Cerdán, Koldo, Salazar. Los señoros del presidente.
De entre todas las posibles respuestas, más o menos razonables, a esta pregunta, el presidente eligió la peor de todas. Indignarse porque hay medios que han desvirtuado aquello que dijo que Ábalos era un gran desconocido en sus facetas personales y tirar del comodín del 'anda que Feijóo'.
Bueno, es una creencia aceptable. Que distorsiona un poco la realidad, pero eso tampoco es nuevo en el presidente y algunos de sus ministros. Con Ábalos no coincidió solo en las reuniones del Consejo de Ministros en el que él, en efecto, le metió. Coincidió en las reuniones semanales del núcleo duro, en las Ejecutivas del partido, en los comités federales, en las campañas electorales, los mítines, las fiestas del partido, las fiestas de cumpleaños. Y en el Peugeot. Ahora interesa reducir el trato entre Sánchez y su primer caballero a una mera relación laboral en la mesa del Consejo de Ministros y el presidente, como es tradición, hace lo que más le interesa.
No sé si el yate de Feijóo tenía patrón, pero Sánchez ya lo creo que lo tiene. Patrón de conducta. Y siempre es el mismo. Ante cada escándalo, cada sospecha, cada subordinado encarcelado por corrupción, cada compadre desenmascarado como acosador, afirma que él ya ha asumido responsabilidades -se ignora cuáles- y se compara con el PP para colgarse una medalla. No ha habido presidente en la reciente historia de España que se haya condecorado más a sí mismo. Cada día, en cada acto, cada discurso, cada mítin y cada respuesta.
La remodelación del Gobierno
Hoy, que hay Consejo de Ministros, sería interesante ver con qué cara miran sus colegas a Yolanda Díaz. Como en el chiste: '¿Seré yo, vicepresidenta dos, ¿seré yo?' ¿Seré yo a quien echarías del gobierno para hacer esa remodelación profunda que has exigido al presidente? ¿En la remodelación profunda se incluye a sí misma, o está exenta? A Urtasun le preguntaron ayer si se ofrece él, por ejemplo, a dejar el gobierno para que se remodele.
O sea, que no. Voluntarios para remodelarse no hay ninguno. Sale Pilar Alegría, eso sí está hecho, para concurrir a las elecciones de Aragón en la confianza de poder evitar que el PP le saque catorce puntos de ventaja el ocho de febrero. Habrá nueva portavoz del gobierno (veremos si con criterio propio o como mero altavoz de lo que otros deciden que hay que decir).
Entre groupies y replicantes, se agradece que el presidente del gobierno admita, siete años y medio después de empezar a gobernar España, que lo que de verdad preocupa a sus gobernados es llegar a fin de mes.
Humildemente, eh, solo por si se puede ayudar. Fueron los únicos cinco segundos de verdadera autocrítica, seguramente porque no era intención del presidente criticarse a sí mismo sino felicitarse por la empatía que demuestra al decirlo.
Puede que la pregunta ya no sea si Sánchez estuvo en Babia, sino si ha elegido quedarse a vivir allí.
Es decir, si sigue en Babia, disociado de la realidad. Como rey leonés apartado del mundo o pastor trashumante que añora el calor de aquellos días de vino y rosas. Tiene escrito Luis Mateo Díez -que otra cosa no, pero escribir, escribe muchísimo- que 'la conciencia de que algo termina y algo nuevo no acaba de empezar nos mantiene en el término medio de un dilema suficiente para quitarnos el sueño. Los finales son azarosos y las zozobras tienen el aliciente de la liquidación de lo que ha sido'.
Luis lo escribió a cuenta del final del milenio, hace casi treinta años, pero creo que vale para cualquier etapa que entra en declive y para cualquier final cuyos protagonistas también ya adivinan. Así que le copio de nuevo: 'Entre lo que llevamos visto y lo que nos queda por ver tenemos entretenimiento suficiente, porque todos los fantasmas resucitan a la vuelta de la esquina y los predicadores no necesitan púlpitos ni sotanas'.

