OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Amplio consenso, lo llaman"

Carlos Alsina reflexiona en su monólogo sobre las consecuencias de la futura ley de amnistía registrada ayer en el Congreso por el PSOE y en la que el Gobierno ha comprado a Puigdemont su historia fake sobre Cataluña.

Carlos Alsina

Madrid | 14.11.2023 08:55

Cuando Massiel ganó el Festival de Eurovisión con el ‘La, la, la’, el ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga, decidió elevar aquello a la categoría de acontecimiento histórico que trascendiera la simple competición festivalera. Por eso proclamó: ‘Sólo los enemigos de nuestra paz pretenderán circunscribir este triunfo de la España eterna al mundo de la canción ligera’.

Pudo haber dicho, sobriamente, ‘felicidades, Massiel’, pero le pudo la pulsión de convertir el premio en la victoria del régimen sobre las decadentes democracias liberales.

Sánchez gana y seguirá siendo suya la voz cantante

El ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, pudo haberse limitado a felicitarse ayer por la victoria que obtendrá su partido el jueves, cuando Sánchez sea investido. ‘Felicidades, Massiel’, seven points, el jurado de la República Catalana, conexión en directo con Waterloo, te ha dado sus siete votos. Premio al mejor intérprete de la voluntad popular: Sánchez gana y seguirá siendo suya la voz cantante.

Pero le pudo la pulsión por elevar la simple transacción que ha suscrito -investidura por impunidad, impunidad por investidura- a la condición de acontecimiento histórico que resuelve, por fin, el conflicto que tenía secuestrada España desde hace por lo menos once años. O desde Felipe V y sus decretos de Nueva Planta, si hay que hacer caso a la historia fake que le ha firmado el PSOE a su nuevo mejor amigo progresista, la derecha independentista (y corrupta) catalana.

La historia fake que le ha firmado el PSOE a su nuevo mejor amigo progresista, la derecha independentista (y corrupta) catalana

Lo de corrupta en el PSOE escuece casi tanto como lo de derecha, ya lo siento, pero ocurre que Puigdemont está procesado por corrupción, Laura Borrás está condenada por corrupción y Jordi Turull cumplió condena por corrupción antes de que su compadre Sánchez lo indultara. La realidad escuece.

Pero pronto la heridas, seis años supurando, quedarán cerradas. España saldrá, por fin, del túnel en que se metió, nadie sabe por qué, hace diez años y podremos encarar con ilusión recobrada nuestro futuro en común, entre diferentes, claro que sí. Ah, bueno, sí, ahora que lo pregunta sí se sabe quién empezó este túnel. El Tribunal Constitucional de 2010. Él cometió la vileza de declarar inconstitucionales catorce artículos que eran inconstitucionales. Suya fue la infamia de darle la razón, muy parcialmente, al PP y al Defensor del Pueblo, porque tenían, en efecto, razón aunque fuera parcialmente.

La ley de amnistía oculta que el procés fue un atropello

El esperadísimo preámbulo de la futura ley de amnistía hace, en resumen, dos cosas: ocultar que el procés fue un atropello (delictivo) perpetrado a conciencia por un grupo de políticos y darle hecho el trabajo al Tribunal Constitucional de ahora para que no tenga ni que deliberar sobre si esta impunidad tan concurrida encaja o no en nuestra norma fundamental.

Lo dice el preámbulo y lo repitió varias veces, con verdadera convicción, el ministro Bolaños, progenitor A de la criatura (el progenitor B es Gonzalo Boye) y encargado de exponer ayer las bondades de su texto ante la prensa porque, entiéndame, no iba a caer el PSOE en el suicidio de dejar que lo explicara Patxi López.

Deje que el Constitucional haga su trabajo

Como decir, puede decir lo que quiera. Ya se supone que si el gobierno lleva una ley al Congreso (perdón, el grupo parlamentario) es porque entiende que es constitucional. Pero deje que el Constitucional haga su trabajo cuando alguien la recurra, no vaya a parecer que le está diciendo al Tribunal lo que tiene que concluir. No vaya a parecer que el texto ha sido ya consultado con magistrados afines.

No vaya a parecer que le está diciendo al Tribunal lo que tiene que concluir

Imposible no evocar a aquel Zapatero que, al aprobarse el Estatut en 2006, declaró impecablemente constitucional el texto que él mismo había alumbrado.

Lástima que el brillante equipo de juristas e ingenieros de la Moncloa no hubiera reparado en lo absolutamente constitucional y absolutamente sanadora que es una amnistía hasta el 24 de julio. Lástima que el ministro Bolaños proclamara hasta entonces, con idéntica convicción a la que exhibe ahora, que la amnistía era ilegal e inconveniente.

Con la misma convicción con que celebraba que Europa le negara la inmunidad celebra ahora que el PSOE le afirme la impunidad

Lástima que en julio, campaña electoral, aún celebrara que la Justicia Europea le negara la inmunidad parlamentaria a Puigdemont porque así podría se juzgado en España, condición necesaria -se nos decía entonces- para pasar página. Con la misma convicción con que celebraba que Europa le negara la inmunidad celebra ahora que el PSOE le afirme la impunidad. Y así, todo. Y todos los días. Y con todo.

La condición para que el gobierno vuelva a ser de Sánchez

No cabe albergar duda, a estas alturas de nuestras vidas, de que el partido que ayer cantó la necesidad imperiosa que España tiene de dejar impune a Puigdemont habría cantado la necesidad irrenunciable de que Puigdemont pagara si ésa hubiera sido la condición para que Sánchez, su jefe, siguiera en la Moncloa. La condición, repito, porque eso es esta proposición de ley interesada y oportunista. La condición para.

Eso es, felicidades Massiel. El gobierno vuelve a ser tuyo. Ocurre con la convicción con que se exponen pretendidos argumentos lo mismo que con el crédito de las promesas: a base de decir con la misma determinación una cosa y su contraria la contundencia deja de ser relevante para convertirse poco menos que en parodia.

Expliquen cómo mejorará la vida de los ciudadanos al quedar borrado el procés

Será hermoso el día que el presidente, o sus portavoces, expliquen en qué notará un español de Jaén, de Calatayud o de Granollers, cómo mejora de repente su vida y la convivencia al poder regresar Puigdemont a España exonerado de pagar por lo que hizo. Cómo verá mejorada su vida gracias a que los tsunami democratic ya no tienen que enfrentarse a un juicio. Cómo se sentirá más igual y más libre al quedar borrado el procés (nada por aquí nada por allá, como si no hubiera existido).

¿Por qué hoy me siento tan bien? Yo se lo digo: porque Puigdemont ya nunca será juzgado, qué gusto

Saldrá usted de su casa el día que entre en vigor la amnistía, creáme, y respirará mejor, notará que se siente distinto, se cruzará con personas como usted bienhumoradas, cordiales, trabajará con más ilusión y mirará su futuro con verdadera esperanza. De pronto se preguntará: ¿por qué hoy me siento tan bien? Yo se lo digo: porque Puigdemont ya nunca será juzgado, qué gusto.

Construcción apresurada de un argumentario para lavar las malas conciencias

Volvamos a la realidad para admitir que el único problema político al que de verdad ha dado solución el PSOE es el que tenía el PSOE por haberse quedado corto de escaños en julio. El problema político que estaba enquistado era la continuidad del PSOE en el gobierno porque con sus socios habituales no alcanzaba ni a empatar con Feijóo. Y el problema políticose ha resuelto exonerando a más de trescientas personas de la responsabilidad penal que habrían tenido que afrontar si el PSOE tuviera más votantes de los que tiene.

El gobierno llama amplio consenso a tener 172 diputados en contra de la amnistía

El resto es construcción apresurada de un argumentario que lave la mala conciencia de quienes aún anteponen los principios a la precariedad aritmética, la virtud a la necesidad.

El gobierno llama amplio consenso a tener 172 diputados en contra de la amnistía (178 a favor), a tener 148 senadores en contra (de 266, mayoría absoluta) y a tener a trece gobiernos autonómicos en contra (trece de diecisiete, incluyo al de Castilla La Mancha). Llamarle consenso a eso es devaluar a conciencia el significado de la palabra consenso.

Maniatar a jueces y tribunales

La nueva ley incluye un parrafito que pretende maniatar a jueces y tribunales para que no puedan demorar el aborto de las causas judiciales. Alguna vez hemos contado aquí que el Supremo podría elevar al Constitucional una consulta sobre la nueva ley que paralizaría su aplicación hasta que el Constitucional respondiera.

Han eliminado el obstáculo -o eso creen- los zapadores de la Moncloa: dice el texto que una vez aprobada la ley, las causas deben quedar cerradas en el plazo máximo de dos meses, y que incluso si el tribunal presenta esa consulta todas las medidas cautelares sobre los afectados deberán levantarse. En la práctica, que en cuanto entre en vigor la amnistía a los jueces no les quede otro camino que liberar de cualquier medida a los imputados.

El empeño de quien hace la nueva ley en que el margen que les quede a los jueces sea ninguno

No es éste mal día para recordar que hace dos meses y medio la jueza Margarita Robles compareció en La Brújula y le preguntó Latorre por la amnistía. Se escudó la ministra en que aún no estaba definido de qué amnistía se trataba, pero puso el acento, como jurista, dijo, en que la última palabra siempre tendrían que decirla los jueces.

En el 77, sí. Ahora, ya ve usted lo que hay, jueza-y-ministra: el empeño de quien hace la nueva ley en que el margen que les quede a los jueces sea ninguno.

Los jueces ministros subrayarán que el lawfare no aparece

Ayer emplazaba Juan Luis Cebrián en su tribuna de El País a los tres ministros jueces, ahora ministros y en otra vida jueces, a exponer su opinión sobre la mercancía ésa del lawfare que el PSOE le ha comprado a Puigdemont con toda su historia fake de Cataluña.

Hagamos una apuesta: el día que los jueces ministros recuperen el don del habla será para subrayar que el lawfare no aparece en la ley de amnistía. Y todo lo que sí aparece les parecerá de maravilla.