Por más que el vicepresidente de la comisión ha hablado de una “obligación moral y responsabilidad legal” de Europa hacia los refugiados, las resistencias de los diversos estados son de tal calibre que solo el castigo de tener que pasar por caja, puede ser disuasorio. O, al menos, con el dinero recaudado de los países insolidarios podrá atenderse mejor a aquellos que siguen instalados en los diversos campos de refugiados.
Es lo más parecido a la Bula que pagaban a la Iglesia los que se lo podían permitir para ser liberados del ayuno o de la prohibición de comer carne los viernes. La bula dejó de existir en 1966 porque no había moralmente por dónde cogerla. Igual que la propuesta de hoy de la Comisión. Aunque, lamentablemente puede ser la única solución. A los insolidarios, al menos, que les salga cara su falta de compasión.