EDITORIAL | 16/06/2018

UN PAÍS QUE NO DEJA DE SORPRENDER

Muy buenas tardes, amigos viajeros. El territorio español, como la vida, nunca deja de sorprendernos y cada vez que viajamos a otro destino con la mochila a la espalda, descubrimos o nos reencontramos con pueblos y ciudades con una historia y una idiosincrasia que son dignas de ser retratadas en el cine.

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Madrid |

Esther Eiros
Esther Eiros, directora de Gente Viajera | ondacero.es

El problema es que no habría ni cinta ni proyectores suficientes para narrar las aventuras, batallas, dichas y desdichas de los pueblos de España. Por eso más de uno se pregunta si de verdad sabe la gente de lo que habla cuando dice que este es un país de pandereta, “perdónalos Señor porque no saben lo que dicen”.

Uno de estos rincones que no pasan desapercibidos es el municipio de Morella, perteneciente a la comarca de Los Puertos, en la provincia de Castellón. Para empezar forma parte de la red de Los pueblos más bonitos de España y no es para menos, pues en sus calles se respira historia y vida. Rico en monumentos religiosos, civiles y militares, murallas medievales, acueducto y pinturas rupestres declaradas patrimonio de la humanidad, dejará al viajero con la boca abierta. Solo le falta que le terminen el Parador que se merece.

Los destinos los forjan las personas y si tienen la oportunidad de contratar un guía, háganlo porque se quedarán embelesados escuchando las historias de las guerras carlistas, los asedios liberales, las fortificaciones alemanas y guerras sucesivas de una atalaya defensiva y estratégica casi inexpugnable. Además es un sitio donde se come y de qué manera…

Así que pensemos dos veces antes de criticar la tierra que nos forjó y nos dio la vida, porque la historia nos juzgará a todos y las acciones nobles serán las que marquen la diferencia. Esta comunidad es la tierra de la solidaridad, la de 600 personas que esperemos lleguen a buen puerto, a un puerto de esperanza para la humanidad y esto ocurre mientras otros miran a su ombligo y piensan que brilla más que el del otro, que con pancartas de ‘welcome refugees’ se clavan cruces pero no se salvan vidas.