Si alguna vez te has cruzado con alguien que camina con la espalda erguida, pasos firmes y mirada al frente, probablemente hayas asumido que se trata de una persona segura. Y si en lugar de eso, viste a alguien avanzar con zancadas cortas y un ritmo pausado, tal vez pensaste que era tímido o inseguro. Aunque pueda parecer una simple intuición, lo cierto es que nuestra forma de caminar encierra señales clave sobre nuestra personalidad, emociones y hasta nuestras vulnerabilidades.
Caminar no es solo moverse
Ya en 1935, el psicólogo Werner Wolff planteó esta idea en uno de los primeros estudios sobre el tema. Observando vídeos sin rostros de personas realizando actividades simples, los participantes del experimento atribuían rasgos como "pretencioso", "inseguro" o "vanidoso" a individuos según sus gestos y forma de andar.
Décadas más tarde, nuevas tecnologías han permitido analizar con mayor precisión cómo influyen factores como la velocidad, la postura corporal o el movimiento de caderas y brazos en la percepción que generamos.
Algunos investigadores apuntan a que este tipo de análisis podría utilizarse en el futuro como herramienta preventiva para detectar conductas potencialmente peligrosas. Aunque otros expertos, como el psicólogo Guillermo Fouce, advierten que es necesario contextualizar y no caer en interpretaciones simplistas. "Los movimientos pueden dar pistas, pero hay que integrar varias informaciones no verbales para llegar a una conclusión".
¿Y si pudiéramos cambiar nuestra forma de caminar?
Saber que proyectamos una imagen a través de nuestra forma de caminar plantea una pregunta lógica, ¿podemos modificarla? Algunos estudios apuntan a que sí, especialmente si se hace con entrenamiento consciente. Caminar más erguido, con mayor firmeza y paso decidido, podría ayudarnos a transmitir más seguridad. De hecho, este consejo ha sido recomendado a mujeres que transitan entornos inseguros.
Sin embargo, los psicólogos matizan que forzar un estilo de andar que no se corresponde con nuestra forma de ser puede resultar artificial. Y no siempre sirve. "Lo más probable es que termines siendo una imitación cómica de John Wayne", ironizan algunos expertos.
