Nuevo sistema de etiquetado nutricional

Polémica con el semáforo de Nutriscore: qué es y por qué lo critican los nutricionistas

Nutricionistas y expertos en alimentación han cargado contra el nuevo sistema de etiquetado frontal Nutriscore, que se implementará en España en los primeros meses de 2021. Conoce qué es, qué valora y por qué da mala nota a productos como el aceite de oliva o el jamón ibérico.

ondacero.es | Agencias

Madrid | 16.02.2021 16:57

Un recipiente con aceite de oliva
Un recipiente con aceite de oliva | Pexels

Los nutricionistas españoles han polemizado con el nuevo sistema de etiquetado nutricional europeo, más conocido como Nutriscore. Han asegurado que se trata de una buena idea, pero que debe pulirse para solucionar algunos problemas que está dando, como la mala nota que otorga al aceite de oliva o al jamón ibérico.

¿Qué es Nutriscore y cómo funciona?

El Nutriscore es un etiquetado frontal de perfil global usado en Francia y Bélgica, y cuya puesta en marcha está prevista en España en los primeros meses de 2021 -Bélgica y Alemania han mostrado también su deseo de implementarlo próximamente-.

El sistema se focaliza en la cantidad de calorías, azúcares, sodio y grasas saturadas que tienen los alimentos por 100 g o ml de producto y, mediante un algoritmo, se atribuyen puntos positivos o negativos en relación con la cantidad de los constituyentes.

De esta manera, se hace un perfil nutricional global de los productos que se muestra en un gráfico -a modo de semáforo- de cinco colores (del verde al rojo) y de cinco letras (de la A a la E).

Imagen del semáforo nutricional de Nutriscore
Imagen del semáforo nutricional de Nutriscore | OCU

¿Qué productos llevan el etiquetado Nutriscore?

Según la OCU, este sistema de etiquetado va dirigido únicamente a los productos procesados envasados, por lo que quedarían exentos:

  • Productos frescos: carnes, pescado, frutas verduras, legumbres
  • Productos de un solo ingrediente: vinagre, miel, aceite de oliva (siempre que no estén procesados)
  • Café, té, infusiones de hierbas y frutas
  • Alimentos directamente suministrados por el fabricante o tiendas de minoristas en pequeñas cantidades (como los platos preparados)
  • Alimentos que se venden en envases de menos de 25 cm2: chocolatinas, chucherías, barritas de cereales
  • Las bebidas alcohólicas

¿Por qué ha generado polémica?

El sistema ha despertado críticas entre los nutricionistas y expertos en alimentación debido a su algoritmo, que penaliza alimentos sanos como el jamón ibérico o el aceite de oliva virgen extra al estar compuestos únicamente de un sólo ingrediente. Este último, finalmente no llevará el etiquetado en el recipiente, según ha anunciado recientemente el Ministerio de Consumo.

Los expertos aseguran que, aunque el etiquetado frontal es "una buena herramienta" para ayudar a los consumidores a realizar una compra saludable, este también tiene que ser fácilmente comprensible, neutral y adaptado a los hábitos alimentarios de la población, algo que no ocurre con Nutriscore.

"El algoritmo de Nutriscore está calculado a partir de la cantidad de energía y de algunos nutrientes por 100 gramos o 100 mililitros, así como del porcentaje de presencia de ciertos alimentos, sin considerar la porción ni la frecuencia con que se consume dicho producto en la dieta, que es algo fundamental a tener en cuenta", ha dicho la presidenta de la Federación Española de Sociedades de Nutrición, Alimentación y Dietética (FESNAD), Ascensión Marcos.

Asimismo, aseguran que algoritmo en el que se basa no está adaptado a la realidad nutricional de cada sociedad ni a la dieta mediterránea.

¿Cuáles son los fallos del sistema?

Según la FESNAD, no considera el grado de procesamiento de los alimentos, ni la calidad ni procedencia de la proteína de los mismos.

Además, tampoco diferencia entre la cantidad y la calidad de la grasa presente, como los ácidos grasos monoinsaturados y poliinsaturados, ni considera el valor esencial de minerales, vitaminas, ni de otros compuestos bioactivos con funciones fisiológicas, imprescindibles para una buena nutrición.

Otro inconveniente es que no valora la cantidad de nutrientes en su conjunto, sino sólo de los ingredientes por separado. Tampoco mide las necesidades concretas de determinados grupos de población con carencias nutricionales.

Ejemplos de errores en el etiquetado

Según los expertos, una prueba de la ambigüedad de este etiquetado frontal estaría por ejemplo en los alimentos como los frutos secos, concretamente los anacardos, que tenían una letra C, la misma clasificación que los frutos secos fritos.

Otro de los errores serían los churros congelados, que ostentan la letra B, sin tener en cuenta que tienen que ser fritos para consumirlos, con lo que ya la valoración cambiaría.

Lo mismo sucede con las patatas prefitas, las peladas, cortadas y congeladas que vienen en bolsa listas para freír. Este producto tiene una clasificación A, pero no tienen en cuenta que hay que freírlas, con lo cual perderían esa buena valoración.

Y luego está uno de los errores más criticados por nutricionistas: el de algunos yogures sabor a fruta azucarados, que también tienen la letra B, al igual que algunos cereales de desayuno infantiles azucarados.