Siempre que hablamos de cualquier procedimiento de trasplante, las primeras palabras deben ser para recordar a la familia de quien, con su donación lo hace posible. Más aún si, como en este caso, el fallecido es un bebé de pocos días de vida. La inmensa generosidad, rodeada de dolor, de esos padres, convierten la tristeza en una nueva esperanza para otros.
La esperanza de esta historia lleva el nombre de Mariami, una bebé de siete meses que nació con una cardiopatía congénita, una atresia pulmonar con comunicación interventircular. Su válvula pulmonar no se abría y cerraba de forma correcta, por lo que su saturación de oxígeno estaba en el límite. La solución hasta ahora de este tipo de casos es una sustitución de la válvula dañada por un tubo biológico, habitualmente procedente de cerdo o de vaca; el rechazo es menor que con un mecanismo artificial, pero ambos comparten el mismo problema: no crecen con el niño, lo que obligan a varias cirugías conforme pasan los años para ir adaptando el tamaño.
Una válvula que crece con el niño porque tiene células
El equipo de Cirugía Pediátrica del Hospital Universitario Gregorio Marañón ha decidido ahora sumarse a la vía abierta por hospitales estadounidenses que comprobaron que un trasplante valvular procedente de una donación crecía con el receptor "porque tiene células que permiten ese crecimiento", explica Manuela Camino, jefa de Trasplante Cardiaco Infantil del Marañón.
Y de esta forma Mariami se ha convertido en la primera bebé de menos de un año que recibe este trasplante en Europa. (Hay un precedente en octubre de este año de un niño de 12 años trasplantado en Ginebra, Suiza). La intervención quirúrgica se realizó a las 24 horas de la extracción del corazón del donante, que estaba dañado pero cuyas válvulas eran viables. El corazón de estos bebés no mide más de cuatro centímetros y la válvula tiene un tamaño aproximado de 10 milímetros.
Tras dos días en la Unidad de Cuidados Intensivos, Mariami se recupera en planta en el Hospital, acompañada de su madre, Maka.

El caso de Mariami ha sido de especial complejidad, porque ha aunado una técnica más, de la que el hospital Gregorio Marañón también fue pionero en 2018. La donación era de grupos sanguíneos incompatibles y se realizó en asistolia, en parada cardiorrespiratoria irreversible. Mariami nació con grupo sanguíneo 0 pero tras la intervención ha asumido el de su donante, el grupo A.
La nueva técnica incorporada, cuyo protocolo ha sido diseñado y supervisado por la Organización Nacional de Trasplantes, permitirá aprovechar mejor las pocas donaciones pediátricas disponibles. La prioridad siempre la tendrán los niños que necesiten un trasplante completo, pero el sistema permite aprovechar la donación si el corazón es sano pero no hay receptor de tamaño adecuado, si el órgano del donante no tiene buena función cardíaca pero sus válvulas sí y abre una tercera vía llamada trasplante dominó: un niño que necesita un trasplante completo porque el suyo está dañado, puede donar sus válvulas, en buen funcionamiento, a un tercer receptor.
En España nacen cada año unos 4.000 niños con este tipo de malformaciones congénitas. Para todos ellos este hito sanitario representa una enorme esperanza de futuro.
