Hoy con Leleman venía pensando en… la Junta General de Accionistas del Valencia.
Más allá del tema del Nuevo Mestalla, más allá de las preocupantes pérdidas de las que Layhoon ha querido desmarcarse en 95 millones de los 180 que suponen los ocho años de propiedad de Meriton… más allá de todo eso… que solo hayan podido acudir 11 accionistas me parece vergonzoso.
Recuerdo como las Juntas Generales de Accionistas eran el momento en el que los aficionados podían decirle a la cara a sus dirigentes lo que pensaban, mostrarles sus preocupaciones o sus dudas o alabar, en caso que fuera así, su gestión al frente del Valencia. Era un ejercicio más o menos de transparencia, más o menos democrático en el que el accionista podía ejercer su derecho a la libre expresión. Hoy ya no es así. Paco Roig, Pedro Cortés, Jaime Ortí, Juan Soler o el propio Manuel Llorente tuvieron que aguantar, en algunos casos, estoicamente, las críticas en el día del accionista, el día de la Junta General.
Y hoy ya no es así porque a Meriton no le vienen muy bien las críticas. No les gusta. Son incapaces de hacer ningún tipo de ejercicio de autocrítica y por ende de soportar que alguien, al que consideran en la mayoría de los casos inferior por tener menos acciones, les diga a la cara lo que piensa. No va con ellos. Si por ellos fuera habría una línea única de pensamiento en la que los accionistas del Valencia fueran esos ratones que bailan al son del flautista de Hamelín. Por eso y no por otra cosa ese límite de 5.800 acciones para poder acudir a ella.
Sí, los tiempos han cambiado, el fútbol ha cambiado, los dueños de los clubes no quieren que nadie les tosa que para algo son los ricos que han puesto la pasta. Pero si de verdad quieren acercar el Valencia al aficionado, si de verdad quieren demostrar ese aperturismo del que hace gala Layhoon… esta es una de las cosas a cambiar. Y cuanto antes…