Conocida como la Estación Fantasma, la estación de Metro de Chamberí se va a someter a trabajos de restauración para corregir desperfectos en los parámetros y bóvedas que el paso del tiempo ha provocado en la zona de vestíbulo, pasillos y andenes. Hablamos de una estación histórica, una de las más antiguas de la red: pertenece a la primera línea del suburbano inaugurada en Madrid en 1919 por el rey Alfonso XIII y contaba con ocho estaciones entre Sol y Cuatro Caminos.
Metro de Madrid ha sacado a licitación el contrato para las obras, con un presupuesto base de licitación de 203.355 euros y un plazo de duración previsto de los trabajos de ocho meses.
En concreto, el proyecto tiene por objeto la restauración para la corrección de las disfunciones patentes en la superficie vista de los paramentos como azulejería, pintura mural, enlucidos, solados o elementos metálicos, entre otros, y en las bóvedas de la estación en la zona de vestíbulo, pasillos y andenes.
Volver al Madrid de los años 50 y 60
La estación estuvo en funcionamiento desde 1919 hasta su cierre al público el 22 de mayo de 1966, ante la inviabilidad de alargar los andenes por la llegada de los trenes de seis coches y su forma en curva y con pendiente. Estuvo cerrada cuatro décadas hasta su reforma integral para convertirse en espacio museístico.
Obra del arquitecto Antonio Palacios, que se inspiró en el aspecto de las estaciones parisinas de la época, cuenta en su interior con anuncios de azulejos pintados, en los que aparecen los productos de la época. Estos carteles publicitarios son uno de los grandes atractivos de la estación, ya que se conservan prácticamente tal y como fueron creados en la década de los años 20.
Para su diseño, el arquitecto de Metro optó por una solución funcional muy simple en cuanto a recorridos y organización, con acabados sencillos, e incorporó luz natural mediante un lucernario en el vestíbulo. Para el interior, eligió un recubrimiento cerámico con juegos ornamentales.
La bóveda de la estación va recubierta de azulejo blanco biselado y sus estribos estaban decorados por grandes recuadros de azulejos sevillanos que limitan el contorno de los carteles anunciadores, también de cerámica. La publicidad se conserva prácticamente tal y como fue creada hace más de un siglo.
Entre 2006 y 2008 se llevó a cabo una restauración integral de la misma, a cargo de los arquitectos Pau Soler y Miguel Rodríguez, para convertirse en el actual museo. Posteriormente, en 2017 y 2020 se realizaron nuevos trabajos de conservación.
La última actuación tuvo lugar en 2022, con trabajado sobre los azulejos de algunos de los paneles publicitarios que se encuentran en los andenes de la estación como los de los anuncios de la marca Philips, Agua de Carabaña y Trust Joyero. Además, se pintaron la pasarela y los accesos a andenes y se eliminó la oxidación de los elementos metálicos de las antiguas taquillas.