No era una forma de hablar. La alcaldesa de Marbella ha invitado formalmente, por escrito, en una carta firmada de puño y letra, a la ministra de Medio Ambiente -Transición Ecológica y Reto Demográfico se llama ahora- que visite la ciudad. No era una forma de hablar decimos, porque dijo que lo haría al término de su interpelación el otro día en el Senado a cuenta de los espigones. Pero parecía eso; una frase hecha, que se dice.
Todo lo contrario. Esto va para culebrón de verano. Lo hará, invitarla por carta, todos los lunes hasta que acepte venir a Marbella. Así que la teleserie lo mismo acaba en una semana que es más larga que Cuéntame. De Teresa Ribera depende, parece ahora mismo.
De momento y mientras que la ministra recibe la misiva y decide qué hacer, a ver si contesta al Ejecutivo marbellí y explica con puntos y comas qué quiere hacer con esa parte del paseo marítimo ilegal de la época del GIL.
Por cierto, sería bueno no desviar la atención sobre el asunto primordial para la ciudad: los espigones; los de San Pedro no dependen de ilegalidad alguna; los de Marbella tampoco deberían hacerlo, pero ahora mismo lo hacen. Y si no es así, pues eso, que lo explique o expliquen bien.