OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Siempre le queda al Rey la opción de mandar a hacer puñetas a Sánchez y Rajoy"

El Rey es el hombre que más practica el lenguaje gestual en España, el jefe del Estado. Si alguien sabe cómo mandar elegantemente a Sánchez y a Rajoy a hacer puñetas es el monarca. No les va a hacer una peineta, porque resultaría grosero, ni una pedorreta, que resultaría infantil, pero sí puede dejar vacante la casilla de candidato propuesto a la presidencia del gobierno.

Carlos Alsina

Madrid | 02.02.2016 08:08

Póngase los dos a trabajar, señor presidente en funciones, señor aspirante a la presidencia, y cuando tenga la tarea hecha me avisan y les convoco de nuevo. Si no hay plazo para la sesión de investidura menos aún hay plazo para el rey ponga el huevo. Puede tomarse el tiempo que quiera para formalizar su propuesta al Congreso. Puede decirles: señores, ¿cuánto tiempo va a durar este juego? Y por eso ayer circuló el runrún —que seguramente al rey tampoco le molesta— de que visto lo visto, don Felipe podría no proponer a nadie cuando esta tarde concluya su segunda ronda de la marmota.

Habría sido bueno, para la salud mental de los implicados —y de todos nosotros— que antes de empezar la primera se nos hubiera aclarado cómo se hace esto. Es decir, si a la Zarzuela ha de ir el aspirante con los pactos ya trabajados para pedir el aval del rey, o si es una vez que el rey avala cuando ha de ponerse el candidato a buscar acuerdos. Porque hace diez días el rey el encomendó formar gobierno a uno que no tenía trabajado acuerdo alguno, y sabiendo eso —sabiendo que nunca ganaría una votación— se lo encomendó. Fue Rajoy quien le dijo va a ser que no, majestad, no me gusta ser toro en la lidia.

Pero miren lo que pasó ayer: Iglesias, líder de Podemos, promotor de su propia candidatura a la vicepresidencia y encantado de lo barato que le sale desayunar en el Congreso ——dos setenta y cinco, menos que en la facultad, cada día me gasto menos—- estuvo con el rey una tarde y salió con esta idea que transmitió a la prensa: el candidato debe venir con un proyecto de investidura avanzado, eso es lo razonable. Y estuvo antes de Iglesias Albert Rivera, líder de Ciudadanos, promotor de un acuerdo inexistente entre PSOE y PP y frustrado en su labor de casco azul o celestina sin fronteras, y salió con esa misma idea que también transmitió a la prensa.

Los dos salieron con esta idea de que quizá el rey no proponga a nadie y dé un plazo para que empiecen y terminen las negociaciones. Porque hasta ahora sólo se han visto tácticas. Tacticismo, que dice Rivera. Incluida la táctica de Ciudadanos, que la de permanecer neutral en el pulso entre PP y PSOE y jugar la baza de partido pactista y constructivo frente a los grandes que sólo piensan en lo suyo y Podemos que sólo piensa en Pablo Iglesias. Ciudadanos apoya una investidura de PP o PSOE siempre que no suponga retratarse con el uno o con el otro —-que pacten antes ellos—-; rechaza sumarse a cualquier combinación en la que aparezca Podemos pero a la vez admite que en muchas de las reformas pendientes están en sintonía con Podemos. E insiste —es el que más insiste—- en que sería un fracaso ir de nuevo a elecciones sin admitir —es el que menos lo admite— que son sus pobres expectativas electorales lo que le hacen huir de nuevas urnas como del agua hirviendo.

Incompatibilidad de caracteres. En la misma alianza de gobierno no van a estar Iglesias y Rivera. La diferencia entre ambos es que del primero recelan incluso quienes hablan de sentarse a negociar con él y a Rivera lo buscan como socio que barnice de moderación cualquier casamiento. Rivera no incomoda. Rivera no molesta. Pero Rivera sólo tiene cuarenta escaños, y eso es lo que más cuenta. O descuenta.

Pedro Sánchez busca llegar a la Moncloa en pareja, en trío o revuelto en una cama redonda, pero del caucus de su partido (el comité federal) salieron dos impresiones claras: que tener a Ciudadanos de novio gusta más —-porque se arriesga menos—- que encamarse con Pablo Iglesias y que éste levanta ampollas en algunos barones —sólo algunos— no tanto porque les resulte antipático como porque le temen.

En las grabaciones clandestinas que hizo uno de los asistentes —-o una—-, se escucha a Susana rechazar un gobierno en coalición con Podemos, sólo eso. Sólo Susana habla en contra y sólo de esa fórmula de coalición. Aunque ayer enviara a su escudero, Juan Cornejo, a rematar la faena llamando a Iglesias telepredicador y perdonavidas. Zurrando a Iglesias, que es una forma indirecta de zurrar a Sánchez en esta pelea en varios frentes por la hegemonía de la izquierda.

Los demás barones, bastante menos beligerantes, oscilan entre quienes compadrean con Podemos y sus filiales y aquéllos que levantan la voz, contundente, contra los independentistas, pero bastante menos contundente sobre Podemos. Por si al final sonara la flauta y el gobierno ése de izquierdas-pero no del todo-con Ciudadanos de barniz e Iglesias de cerrajero acabara abriéndose camino. Aquí está todo el mundo en no comprometerse más de la cuenta. Por lo que pueda pasar.