OPINIÓN / OSCAR 2020

Análisis de los Oscar 2020: La victoria de 'Parásitos' le da sentido a la carrera internacional de premios

Columna de opinión de David Martos, director de Kinótico, sobre el primer premio de esta categoría a una película de habla no inglesa [y surcoreana]

David Martos

Madrid | 10.02.2020 16:34

Desde que esta pasada madrugada, en torno a las cinco, todo se torciera -o mejor, se enderezara- con la victoria de 'Parásitos' en los premios gordos de los Oscar 2020, los medios especializados en cine se han llenado de análisis sobre por qué la película surcoreana ha hecho historia al convertirse en la primera película de lengua no inglesa en ganar el deseado hombrecillo dorado. Justin Chang, en Los Ángeles Times, o aquí en casa Fernando de Luis-Orueta, en losExtras.es, aciertan al plantear la dimensión global que adquiere la Academia de Cine con la decisión. 

La actuación de las 10 Elsas internacionales en la gala fue el símbolo de una apertura que lleva planteada en serio desde 2015 y que ha metido en las listas de votantes a 2.000 nuevos miembros.

Pero ya había habido acercamientos históricos a la globalidad: ahí está el Oscar a Mejor Guión para Pedro Almodóvar por ‘Hable con ella’, hace ya más de 15 años, o ‘Amour’, o ‘ROMA’ el año pasado. O la victoria de la francesa 'The artist' [muda, eso sí]. Esa ampliación reciente del censo estuvo planteada en principio para luchar contras las etiquetas de #OscarsSoWhite y #OscarsSoMale. Anoche, Chris Rock y Steve Martin regresaron falsamente a las tareas de presentación de los Oscar para decir que allí faltaban vaginas… Esa ampliación, decíamos, ha acabado dando un resultado colateral inesperado por algunos: que el premio que la industria norteamericana se llevaba entregando a sí misma durante 91 años se marche a la otra punta del globo. Y casualmente recaiga en manos de un señor, Bong Joon Ho, cuyas dos últimas películas antes de ‘Parásitos’ fueron en inglés y con estrellas del celuloide.



No en vano anoche hacía levantarse a la platea para aplaudir a Martin Scorsese, un maestro que se fue completamente de vacío por su proeza, ‘El irlandés’, que le ha pagado Netflix… porque no habría sido posible de ninguna otra forma. De todas las barreras que rompe la victoria de una película surcoreana en los Oscar hay una particularmente paradigmática. Desde 1955 no ganaban el Oscar y la Palma de Oro de Cannes la misma película -lo hizo ‘Marty’- , y esto nos provoca una sensación de cambio que, de repente y sin embargo, le da sentido a todo.

 

Cuando Joaquín Phoenix recogía su Oscar reconociendo que ha sido un bicho y que el amor y las segundas oportunidades son lo que realmente importa en la vida… la Academia de Hollywood estaba reconociendo la importancia de una película del Universo DC que había ganado el León de Oro en Venecia. Apuntemos, Venecia.



Cuanto Taika Waititi entonaba su discurso de agradecimiento por el Mejor Guión Adaptado por ‘Jojo Rabbit’, no hablaba solo en nombre del equipo de su película, esa caricatura del nazismo que nos permite reírnos de Hitler… lo hacía también en nombre de los miles de espectadores del Festival de Toronto, que le otorgó a la cinta el prestigioso Premio del Público el pasado septiembre.

 Renée Zellweger, culminando un reencuentro con Hollywood a través de Judy Garland, no solo encarnaba su propia lucha contra el olvido, sino también el amor de la industria por sí misma, que sigue imbatible a pesar de la apertura, como refleja también Quentin Tarantino en ‘Érase una vez en Hollywood’, y como personifica otro premiado, Brad Pitt, que está hecho del material con el que están hechas las estrellas…



Y nos queda Netflix. El gigante, el nuevo estudio en liza, se llevó su primer premio de actuación en la persona de Laura Dern, por ‘Historia de un matrimonio’, y se alzó con el premio a Mejor Documental por ‘American Factory’, ese relato de la reconversión industrial poscrisis en Estados Unidos que tiene mucho que ver con Asia y que cuenta con el impulso de los Obama. Y Disney, que con el premio a ‘Toy Story 4’, que dejó sentado injustamente al equipo de ‘Klaus’, recordaba a todos quién manda en la ABC, en Disney Plus y en todas partes.



Resumiendo con Elton John de fondo [actuación que podéis escuchar sobre estas líneas], el ganador a la mejor canción: la mejor película de Cannes ‘Parásitos’ (y la segunda mejor, ‘Dolor y gloria’), las dos mejores películas de Venecia, ‘Joker’ e ‘Historia de un matrimonio’, esta y ‘El irlandés’ representando el dinero de Netflix, Disney, Toronto, lo que queda de las producciones medias (‘Judy’ y ‘Le mans 66’)… Las 9 películas que competían anoche son un compendio de la industria y de la carrera de premios. Y del año. De repente el año tiene sentido. Tiene sentido esperar que la película que gane en Cannes, o por qué no, dentro de dos semanas en Berlín, pueda ser la mejor película del año.

Los Oscar son ya los premios del mundo.

Un concurso de concursos, un festival de festivales. Al menos este año 2020. Porque darán algún tumbo, y darán algún paso atrás, y tendrán que revisar ese sistema de voto endiablado, pero el umbral atravesado es tan importante -y aquí enlazamos de nuevo con el expresidente demócrata- que en ningún festival, cuando gane lo que gane donde lo gane se le va a decir a ningún productor o productora que no, que el Oscar… “no se puede”. Parece que sí, que sí se puede…