“Te pido que me ayudes a morir”, fue la frase que le dijo su padre, sin preámbulos, serenamente, aquella tarde de 2022 en una cafetería de Miami a Gina Montaner.
Llevaba mucho tiempo meditándolo, aunque no lo había verbalizado con palabras. “Para mi madre fue muy duro. La primera conversación que sobre la eutanasia la tuvo con mi madre y a mi me pidió que le ayudará”, ha explicado la periodista en Por Fin.
Hacía más de seis años que a Carlos Alberto Montaner le habían diagnosticado parálisis supranuclear progresiva -un tipo de párkinson muy agresivo. Su equilibrio era precario, su ánimo cambiante, su expresión facial rígida y sus palabras ya no fluían con la rapidez de siempre. El hombre que se había adelantado en todo: en el amor, la paternidad, el activismo político y que había tenido una trayectoria ascendente como periodista, escritor y ensayista se aproximaba a un túnel negro. Cada vez le resultaba más difícil el ejercicio de vivir… Por eso, desde la libertad que siempre había defendido, tomó la dura decisión de ejercer su derecho a la eutanasia. “Yo tenía una relación muy estrecha con mi padre. Se estableció desde muy pronto que yo iba a ser la encargada de cuidar a mi padre. Él sabía que yo le iba a defender”, ha indicado Montaner.
“Mi padre siempre fue un hombre que defendió las libertades individuales”
El 29 de junio de 2023, su deseo se cumplió. Pero unos instantes antes- desde la serenidad más absoluta- dijo sus últimas palabras “Deséenme un buen viaje”. Precisamente, así es como se llama el libro que acaba de publicar su hija, la escritora y periodista Gina Montaner, la persona que se convirtió en el lazarillo de su padre en la compleja y dolorosa misión de solicitar en España la prestación de una muerte asistida. “El libro es una mezcla del viaje vital de mi padre, del exilio, de la última voluntad de mi padre”, ha expresado la escritora.
“En este proceso hay un desgaste emocional”
Ante su experiencia Montaner ha señalado que “Un problema de la ley es que se enfoca mucho en el sufrimiento y no en la voluntad del individuo. Mi padre fue muy racional, muy serene y nunca dudó de la decisión de tomar la eutanasia”. Además, ha añadido que “Te encuentras con médicos que nunca han tenido una situación similar y no saben cómo tratar esto. Falta entrenamiento y formación para los equipos sanitarios”.