El gobierno español tiene que defender hoy en Bruselas que somos un país solvente que dispone de herramientas para volver a la primera línea europea. Soluciones que no tienen por qué gustar a todos los ciudadanos con legítimo derecho a manifestarse. No se trata de apelar al conformismo. Se trata de que las algaradas no convienen a la imagen de nuestro país. Si son infiltrados, harían bien los demás manifestantes en desenmascararlos.