OPINIÓN

VÍDEO del monólogo de Carlos Alsina en Más de uno 06/11/2018

Cospedal se va marchando. Lo va dejando. Paso a paso. Como antes tuvieron que dejarlo otros dirigentes políticos caídos en desgracia y a los que ella misma, como secretaria general, tuvo que indicar, mostrando galones, dónde estaba la puerta de salida.

Carlos Alsina | @carlos__alsina

Madrid | 06.11.2018 08:15

Cospedal se va yendo. Más que en diferido, a cámara lenta. Saboreando sus enemigos —y enemiga— cada nuevo fotograma.

Primero, de la dirección nacional del PP, su Ejecutiva. Después, se verá, del grupo parlamentario (cuando ella elija, porque elegir el momento es la única prerrogativa que le queda). Y por fin, de la vida política y del debate público.

Todo irá llegando y Cospedal es la primera en saberlo porque lleva años suficientes en la brega, y en el barro, de la pelea política para saber cuándo a un dirigente (por mucho poder que llegara a tener en otros tiempos) le ha llegado su hora.

Si como secretaria general ella misma tuvo que comunicar a dirigentes muy notables que no contaban ya con el respaldo del líder, poco habrá tenido que explicarle García Egea, el secretario general que hay ahora, sobre cómo se borra uno de la Ejecutiva. El procedimiento para soltar lastre es tan antiguo que produce ya un cierto sonrojo. Tiene tres fases:

• Primero el líder supremo baja el pulgar. El subalterno ha sido desahuciado.

• Segundo, el subalterno finge que ha sido suya la iniciativa y anuncia que lo deja.

• Y tercero, emite un comunicado que dice que no teniendo nada que ocultar, ni nada que hacerse perdonar, abandona el sillón para no perjudicar al partido.

Ay, esta fórmula tan manida, ¿verdad? Cuántas veces no le diría Cospedal, en sus diez años de poder interno, a cualquiera de los negritos que Rajoy fue dejando caer que tirara del comodín del no quiero perjudicar a mi partido.

Nada que ocultar, dice Cospedal. Pero la sacan de la Ejecutiva porque ha trascendido aquello que hasta ahora no se sabía: que recurrió a Villarejo para hacer indagaciones propias también sobre compañeros de partido. Cospedal lo enmarca en su lucha contra la corrupción —y es verdad que fue ella la bestia negra de Bárcenas y de los amigos de Bárcenas—, pero al vincular la conexión Villarejo con su afán por limpiar la casa está confirmando su sospecha de que Arenas no estaba limpio.

Si no hay nada que ocultar, no le incomodará a Cospedal que sigan añadiéndose piezas al relato. La de hoy está entre brumas. La grabación que hoy se difunde corresponde a una conversación entre su marido, López del Hierro, y el simpar Villarejo. No se han citado en una cafetería. Villarejo está en su despacho y López del Hierro le llama.

No hay nombres en la conversación, quizá porque tienen pactado que por teléfono es mejor no pillarse los dedos. Hablan con sobrentendidos, como corresponde a dos amigos que se tratan con frecuencia. El día anterior han estado con Cospedal y, aparentemente, ambos comentan la jugada. Refiriéndose a ella como nuestro socio.

Si nuestro socio era Cospedal, entonces el jefe que ya está al tanto de todo sólo puede ser Rajoy. Que bendice la nueva línea de negocio, es decir, que se pague al comisario por trabajos confidenciales. El de Arenas y el del hermano de Rubalcaba. Si nunca hubo nada que ocultar y nunca nada de lo que arrepentirse, no le incomodará a la dirección del PP de entonces que se le pregunte por todo aquello ahora.

A las tres fases del procedimiento soltemos lastre —desahucio, fingimiento y comunicado— cabe añadir una cuarta y aún una quinta.

• En la cuarta, el dirigente caído que por tres veces negó que fuera a renunciar a su escaño…

…acaba renunciando y se va para siempre a su casa. O a la empresa privada.

• Y en la quinta, el líder supremo del partido pronuncia un responso por el difunto y se queda en su paz. Mandando.

García Egea acaba de catar el dulce sabor del acero valyrio.

Pablo Casado sigue. Cospedal se va marchando.

Amigos hipotecados que firmasteis el préstamo hace menos de cuatro años, os toca seguir esperando. Los jueces del Supremo empezaron ayer por el principio y la cosa puede alargarse. Son veintiocho los magistrados convocados a la madre de todas las deliberaciones y ayer, en ocho horas, sólo hablaron ocho. Si no aceleran el ritmo, tienen para dos o tres días más de incertidumbre.

El pleno de la Sala Tercera empezó ayer —lo cuenta La Razón— con una pregunta directa: ¿damos por bueno el nuevo criterio que estableció la sentencia de hace quince días (seis jueces de los veintiocho allí personados) o lo discutimos de nuevo? Sólo ocho estaban por bendecir lo sentenciado y pasar ya al debate sobre la retroactividad, pero el resto se declaró contrario y empezó la revisión entera. En contra, por tanto, de lo que especialistas y juristas sostenían hace dos semanas, el criterio de que pague el banco no era tan firme y tan inamovible como parecía. No era, por tanto, una impresión, en contra de lo que dijo Lesmes, que se hubiera convocado a los jueces para revisar la sentencia. De hecho, en la revisión (o contranálisis, que dirían los ciclistas) se les fueron las primeras horas del pleno.

Visto lo visto, hace apuestas es —en efecto— un juego de azar, pero el rumbo que tomó el debate hace pensar que, aunque lento, terminará con la bendición de lo ya dicho: el Banco paga. Añadiendo que eso es lo que sucederá de ahora en adelante. Hacia atrás, límite máximo cuatro años. Hipotecados que firmasteis hace cinco, idos haciendo a la idea de que no vamos a rascar nada. Cuatro años hacia atrás y presentando la reclamación en la ventanilla de su gobierno autonómico. Ya verán luego cómo hacen esos gobiernos para cobrarle el impuesto a los bancos.

El equipo Sánchez ya estudia un plan, eso ha dicho, para apuntalar a las autonomías en caso de que tanta devolución les descuadre las cuentas.

Como estudia Sánchez, conforme al plan B que siempre tuvo, gobernar con los Presupuestos de Rajoy prorrogados hasta finales de 2019. Ya quedó claro ayer, en este programa, que el independentismo no es que no vaya a aprobarle las cuentas, es que ni siquiera va a sentarse a negociar.

Sugirió Tardá que su grupo podría no votar las enmiendas a la totalidad,ni sí ni no, que significa que esas enmiendas podrían prosperar y forzar la devolución de los Presupuestos al gobierno. Por eso Calviño se va haciendo a la idea de que habrá que prorrogar las cuentas que hoy están en vigor. O sea, las de Rajoy.

Si al final se prorrogan estará haciendo suyo Sánchez el plan que había pensado para sí Rajoy. TIrar con estos presupuestos hasta final de 2019 y convocar las elecciones para la primavera de 2020. Es un posible escenario, a 6 de noviembre de 2018. Anda que no pueden pasar cosas que cambien, u obliguen a cambiar, de planes al presidente.