En España se empezaron a popularizar los campamentos de verano a partir de 1887 fruto de la Institución Libre de Enseñanza y el Museo Pedagógico Nacional dirigido por Manuel Bartolomé Cossío. En aquel momento, "la gran preocupación de la educación era la higiene de los niños", nos explica en 'Más de uno' David Calderón, que durante una década fue coordinador de colonias de verano en Cataluña y en Cantabria, y también realizó su tesis doctoral sobre los campamentos.
Campamentos para evitar la "mala higiene" de los niños
Muchas publicaciones científicas de la época "intentaban decir que los niños faltos de moral era porque tenían una mala higiene". Para intentar paliar esto, surgieron las colonias inspiradas en las doctrinas de Rousseau y en el krausismo. En total, 18 niños y niñas entre nueve y trece años fueron desde Madrid a San Vicente de la Barquera, Cantabria, donde estuvieron de campamento durante casi veinte días.
Con la evolución de los años, la parte médica e higiénica se superó y los campamentos se centraron en la parte educativa. Sobre la educación de los niños y niñas en aquellos campamentos, al principio no había mucha legislación sobre qué se tenía que enseñar y qué actividades debían realizar.
Campamento de cetrería
A continuación, descubrimos un campamento de cetrería, donde los niños aprenden a tener relación con las aves de presa. Javier Ceballos, coordinador del campamento de Cetrería Adaja en Ávila, asegura que es "una absoluta escuela de valores" cuyo objetivo es que los niños disfruten y aprendan con las aves de presa.
Lo primero es entender qué es lo mejor para el bienestar estas aves de presa, que es volar. Antes de volar a los halcones, los niños deben saber su manejo. El día a día es sacar a las aves de la carpa, persarlas y, después, en grupos pequeños, es el paso de ir al campo de vuelo. "En el campo de vuelo es maravilloso ver como al ave se le deja en libertad", explica Javier.
En el campo de vuelo es maravilloso ver como al ave se le deja en libertad
Su campamento se caracteriza por el trato personalizado y familiar. Además, todo el equipo de monitores son antiguos acampados que, "después de haber vivido la experiencia como niños, saben transmitírselo como monitores a quienes ahora ocupan su puesto de acampados".
"Los quince días de campamento se te hacen cortos"
Para Manuela, hija de uno de los grande halconeros de España, este es su segundo verano en el campamento de cetrería. Lo que más le gusta es "el contacto con la naturaleza" y el trato de los monitores, lo que hace que "los quince días se te hacen bastante cortos". Aunque ahora es alumna, confiesa que le gustaría formar parte del campamento como monitora cuando sea algo más mayor.
