El parón ferroviario y el gran apagón, la imputación a sus familiares, el dineral para el rearme que exige Trump, la corrupción que le están acorralando saca de quicio a Pedro Sánchez, que se defiende haciendo propaganda. En un discurso del Parlamento se metió con los ultrarricos, como antes lo hizo con la tecnocasta. Trató a los empresarios como a villanos y les acusó corromper a parlamentarios por defender la energía nuclear. Todo lo hizo para tapar el apagón.
Se le olvidó decir que hay enchufados socialistas en las grandes empresas de las nucleares a través de las puertas giratorias.
Pero ayer la noticia estaba en Roma, dónde eligieron a un Papa norteamericano con el nombre de León XIV que fue saludado por Trump. Dijo que era un honor que le hayan nombrado Papa, aunque no se va a llevar bien con el nacionalismo, ni quiere que los emigrantes sean encerrados en la isla de la prisión de Alcatraz. Nació en Chicago y fue misionero en Perú durante 30 años. Es agustino, políglota, cosmopolita y matemático. Está en la onda del Papa Francisco.
Es hijo de madre de ascendencia española y padre de ascendencia francesa e italiana y es como Francisco, amigo de los pobres. Pero el Vaticano elige al Papa para ser al único monarca absoluto de Europa donde no pintan nada las mujeres, que son más de la mitad de la población. Ellas reclaman la presencia en el cónclave y dicen que es un escándalo que sean excluidas, pero Europa es la síntesis de la piedad y la razón, la doble herencia de Atenas y Jerusalén, entre Sócrates e Isaías, y el cristianismo ha configurado nuestra manera de pensar y de vivir.
Así que brindemos por el nuevo Papa con moscatel de Perú y viva el vino.
