El PP y Vox han llegado a un acuerdo para gobernar Castilla y León. La derecha define el pacto como un hito político. La izquierda como el día de la infamia.
Dicen que la moderación de Feijóo era una milonga, y Feijóo culpa al PSOE y pronostica que será un gobierno que respetará la Constitución.
Mañueco cede a Abascal tres consejerías, la vicepresidencia y el presidente de las Cortes al que los procuradores de izquierdas se negaron a darle la mano.
El PSOE declara que Castilla y León será la primera region de Europa en que haya un gobierno de ultraderecha. Olvidan la Liga Norte en Lombardía, los supremacistas de Cataluña o los gobiernos de Polonia e Hungría.
En Europa sólo hay tres países que aplican el cordón sanitario a los ultras: Francia, Alemania y Bélgica.
Los que gobiernan en comunidades aprenden de los de Madrid a mentir, que es una señal de talento. No sólo mintieron nuestros padres, como en el poema de Gil de Biedma, aquí se pega el pegote todo el mundo.
Mañueco prometió, como si jurara en Santa Gadea, que antes de gobernar con Vox repetiría la elecciones. Eran palabras, palabras...
Asombra la conducta de Casado, que ha ido a Europa culpando del pacto a Feijóo, diciendo que le echaron por luchar contra la corrupción. Se lo contó al lider del Partido Popular Europeo cuando éste dijo que el acuerdo con Vox es una triste sorpresa que calificó de capitulación.
El pacto del PP y Vox se firmó en la cuna del parlamentarismo, la tierra del mejor vino, querido Carlos, que se bebe como la raíz del sauce sorbe el agua del arroyo.
Hacemos el porrón cuando se ha quemado el arpa en el incendio de Europa. ¡Viva el vino!
