Ese afortunado que está a las puertas de la vacaciones. Pensemos en él. Ese que habrá proyectado un viaje para cambiar un poco de aires. Si su destino es París o Londres, sabrá muy bien a qué atenerse. Francia y Reino Unido tiene dos formas absolutamente contrapuestas de afrontar el actual estadio de la pandemia. Una restrictiva y otra expansiva, una hiperconservadora y la otra cuasilibertaria. Dos enfoques, dos estrategias nacionales.
El problema para ese turista que está a las puertas de las vacaciones comienzan si se queda en España, donde hablan su mismo idioma y sin embargo no hay quien se entienda.
La profusión de regulaciones, normativas, restricciones, supersticiones incluso, caprichos para enfrentarse a la pandemia, dibujan un país no ya federal, ni siquiera cantonal, directamente inexistente.
Sabemos cuál es la estrategia de Macron, sabemos la de Boris Johnson, cuál es la Pedro Sánchez. Pero tampoco creamos que la oposición es ajena a la contradicción. Ayer el PP votó en contra del decreto que ponía fin a la mascarilla en determinados supuestos. ¿Cómo decide estas cosas el PP, a cara o cruz?
Lo cierto es que estamos en un momento distinto a todo lo vivido durante la pandemia, por una razón feliz: la vacuna. La vacunación ha transformado todas las gráficas de ingresos, afectaciones, paciente tipo, incluso sintomatología. Esto ha ocurrido a nivel nacional por igual y es verdad que hay distintos enfoques sobre como afrontar la nueva situación. En lo que no hay duda es que convendría elegir una.
Concluyo preguntándome si España todavía existe cuando ya hasta el alcalde de una pedanía decide por su cuenta sobre las más graves cuestiones. No sé. Igual hay que mudarse al extranjero hasta que esto termine. Al menos sabríamos a qué atenernos.
