Más que colmar mis expectativas, que tampoco soy tan ambicioso, lo que me encantó ha sido el estímulo a la imaginación que ayer salió de La Zarzuela.
En primer lugar, la fotografía. Es un documento gráfico que permite imaginar el calor de los abrazos y eso que la crónica rosa llama complicidad. Quizá sea la foto que más estimuló la imaginación de todo el reinado de Felipe VI.
Respecto al comunicado, algo parecido, pero con firmes asideros para el periodismo creativo. Sabemos, por ejemplo, que los dos reyes hablaron de cuestiones familiares, algo que nos puede llevar a sugestivas creaciones sobre don Juan Carlos y doña Letizia, un suponer, o sobre quién manda en la familia, cuestión sobre la que no tenemos dudas del resultado de la conversación.
Y lo más trascendente: lo hablado sobre los acontecimientos desde la marcha a Abu Dabi y sus consecuencias en la sociedad. Ahí la contribución a la creatividad alcanza niveles rayanos en el prodigio.
Si yo digo que Felipe VI recordó a Juan Carlos I la gravedad de sus hechos, tengo posibilidades de acertar. Si añado que le recordó el código ético y la necesidad de evitar conflictos con el Gobierno, seguro que acierto. Y si añado que hubo acuerdo en no poner en riesgo la monarquía, hago gritar “bingo” a los ciervos del Monte de El Pardo.
En resumen, Alsina, lo que decíamos de la radio antes de la libertad de información: como no podíamos transmitir la realidad ocurrida, transmitíamos la realidad imaginada.
