Voy a indultar a Kennedy. No a John Fitzgerald ni a Robert. Tampoco a Jackie, sino a Malcolm, cuya notoriedad en la prensa británica se explica porque desempeña su concejalía en Liverpool desde Madrid. Así lo lleva haciendo exactamente desde hace un año. Y no tiene intención de modificar sus rutinas. Responde a ellas desde la distancia y desde el teletrabajo. O desde el trabajo en la distancia, toda vez que el distrito en el que fue elegido, Kirkdale, se ubica a 2.000 kilómetros de su ordenador.
Podéis entender así la incredulidad de los vecinos. Y los reproches que se amontonan en el correo electrónico de Malcolm Kennedy. Un año sin presentarse. Y sin tener demasiada noción de los problemas cotidianos de Kirkdale. Concretamente la gestión de la pandemia.
Se le reprocha a Malcolm haberse desentendido de la calle y gobernar desde Madrid, pero no existe una normativa que le impida hacerlo, como no se vislumbran motivos para forzarlo a dimitir. Kennedy asiste a todas las reuniones y se ajusta al horario laboral. Y cobra puntualmente una nómina de 10.000 libras anuales, unos 11.500 euros.
Le sirven para sufragar sus gastos en Madrid. Y para contribuir al matrimonio mixto, pues resulta que la esposa de Kennedy es española. Se casó con ella hace ocho años y ha vivido casi siempre en España, de tal manera que las restricciones sanitarias y el caos sobrevenido del Brexit le han permitido ahora consolidar la tele-concejalía.
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Kennedy, elegido en las listas del Partido Laborista, no tiene la intención de volver a presentarse. Quizá porque los vecinos tampoco tienen intención de volver a votarlo.