Madrid | (Publicado 17.05.2019 09:57 )
No cabe mejor ejemplo que el de la operación Iceta. Ha salido fatal porque Sánchez quería convertirlo en presidente del Senado. Pero ha salido muy bien. Porque la rebelión de los indepes, la ruptura de relaciones, le permite a Sánchez demostrar que nunca aceptó chantajes ni hubo acuerdos secretos.
El entusiasmo hacia la unidad de España, la euforia constitucional, la integridad del socialismo, representan el mejor argumento que Sánchez puede utilizar en la campaña electoral. Más le atacan los soberanistas. Más el PSOE significa su moderación y su escrúpulo institucional.
O sea, que Iceta iba a ser el argumento de deshielo con el soberanismo, el artífice del modelo federal, pero ha terminando convirtiéndose en la razón de la crisis. De hecho, el veto del soberanismo expresado ayer tanto obedece a la exclusión de ERC de la Mesa del Congreso como a las directrices del Gobierno para evitar la presencia del Junqueras en el debate de Tv3.
La represalia no perjudica a Sánchez, lo beneficia. Y saliéndole todo mal, termina saliéndole todo bien. Correcto, me diréis que necesita los votos indepes para la investidura, pero la meta volante que tenemos delante no es otra que las elecciones del 26 de mayo.
Y Sánchez las afronta en estado de gracia. Lo demuestra que le han puesto las esposas al número uno de ETA.