Rubén Amón indulta a José Manuel Rodríguez Uribes: "Un ministro de Cultura no está para recomendar nada"

He recurrido a procedimiento de urgencia para allanar el expediente de indulto de Rodríguez Uribes, no ya ministro de Cultura sino interventor de la moral. Lo digo porque ha declarado a El Mundo que no puede recomendar los toros porque son violentos. Y sí puede recomendar el teatro.

Es un motivo para sentirme más seguro de mis aficiones. El teatro, desde luego. Y los toros, que son también una forma de teatro. De teatro extremo porque en los toros se muere de verdad, como dijo Juan Belmonte a un cantante de ópera que moría de mentira.

Un ministro de Cultura no está para recomendar nada. Ni menos aún para subordinar sus obligaciones a sus recomendaciones. Los toros son un bien de interés cultural así reconocido institucional y constitucionalmente, de tal manera que Uribes tiene que atenerse a su papel tutelar. Porque los toros dependen orgánicamente de Cultura, de su cartera. Como el teatro.

Y claro que son violentos los toros. Pero querido ministro, aquí la sangre no se derrama para excitar la sed vampírica de los aficionados patológicos, sino para engendrar la catarsis. Usted debería saberlo. La cultura esgrime la violencia para liberarse de ella.

En los toros y en el teatro, ministro. No matamos a nuestros hijos después de asistir a una función de Medea. Ni ahorcamos a la señora después de presenciar una sesión de Otello. Los toros añaden el pormenor explícito de la sangre. Es un acontecimiento cruento, pero no cruel.

Si nos gustara tanto la sangre, iríamos a los mataderos. Organizaríamos un graderío, ministro. La sangre no es lo contrario de la paz, como usted dice ministro. Que se lo digan a Cristo.

Y que se lo digan a Tarantino, aunque me temo que Uribes tampoco recomendaría las películas de Quentin ni las de Scorsese. Cuando la violencia se estiliza, ministro, resulta que somos más cultos. Vaya más a los toros y haga menos teatro.

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