OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Pese al vídeo de Help Catalonia, aún no ha llegado ninguna caravana de ayuda humanitaria"

"Liberad a Jordis". Hubo mucha gente en la manifestación de anoche en Barcelona. Quejándose por que hayan enviado a prisión preventiva a los imputados Jordi y Jordi. Sánchez y Cuixart. Mucha gente, desde luego que sí, aunque no tanta como esperaban las organizaciones convocantes. El equipo manifestante habitual. Acostumbrados como están en la ANC y Omnium a sacar a la calle un millón de personas en la diada, esto de ayer ha debido de saberles a poco.

ondacero.es

Madrid |

Según la guardia urbana de Ada Colau, doscientos mil asistentes. Menos que en la manifestación del 8 de octubre contra el procés. Mucha gente, pero no todo el pueblo catalán. Ni de lejos. La manifestación gorda la preparan para el sábado, que la gente no trabaja y es más fácil llevarla a la capital. Y además ya aprovecha para protestar por la cárcel de los Jordis, la aplicación del 155 y la indiferencia de Europa.

Visto lo visto ayer, y en contra de lo que dijeron los abogados de los imputados ante la jueza Lamela, el encarcelamiento preventivo no ha supuesto problema alguno para la convivencia. O como diría Sabina, para lo que queda de la convivencia en Cataluña.

Presos políticos es el nuevo estribillo. Lo dice Puigdemont. Lo dice Forcadell. Lo dice Colau. Lo dice Iglesias. ¡Lo dice Guardiola! Que les dedica la victoria frente al Nápoles y dice que es como si él mismo estuviera encarcelado. Los aficionados del City no consta que se hayan pronunciado sobre Jordilandia.

Los Jordis, nuestros santos niños, son presos políticos, proclaman. Lo que nadie ha dicho —niPuigdemont, ni Forcadell, ni Colau, ni Guardiola— es que sean mentira los hechos que la juez Lamela relata en su auto. No refutan ni que Jordi Primer y Jordi Bis se erigieran en interlocutores de los manifestantes con la Guardia Civil, ni que se negaran a cesar el acoso a los agentes, ni que pretendieran impedir su trabajo, ni que contribuyeran activamente a la desobediencia al Tribunal Constitucional. Para defenderles, por tanto, de las imputaciones de hechos concretos que no cuenten los Jordis con este coro. Presos políticos, presos políticos, y de ahí no salen. Sus abogados, seguro, hilarán más fino en el recurso que están a punto de presentar.

En el segundo día de prisión preventiva de la pareja, víspera de que termine el plazo para que Puigdemont recule y se transforme, de manera milagrosa, en un gobernante constitucional, la situación ofrece estos elementos nuevos:

• La CUP sostiene que la independencia de Cataluña se declarará en los próximos días. Otra vez.

• El PDeCAT reúne hoy a su dirección. La posibilidad de que algunos de sus dirigentes de más peso se decidan, en un arranque de coraje, a decir por fin en público lo que vienen diciendo en privado es tan remota como que Jordi Pujol vuelva a ser español del año. Pero oiga, tratándose de Convergencia, nunca se sabe en qué cálculos de costes y beneficios andarán esta mañana. Lo probable: que apuesten por declarar la independencia (otra vez) y la convocatoria de elecciones constituyentes. O como se llamen para que no parezcan autonómicas.

• La factoría de ficción que es Omnium Cultural ha dado a luz un vídeo. Malote. Sobreactuadillo. Help Catalonia se llama. En él sale una actriz que pide socorro a los europeos ante la agónica situación de la Catalonia oprimida. El vídeo ha sido muy visto —más en Cataluña, España, que en el resto de Europa— pero no han empezado a llegar, que se sepa, caravanas de voluntarios europeos con sus convoyes de ayuda humanitaria. El vídeo, admitámoslo, inspira tanta piedad por el sufrimiento de la joven que nada más terminar de verlo uno siente ganas de adoptarla. Aclaro que no es posible. Está trabajando. En otro papel.

• La nueva forma de significarse como persona indignada por el encarcelamiento preventivo de los Jordis es prenderse del ojal no un jazmín sino un lazo amarillo. El amarillo, como sabe Moliere, es el color de la mala suerte. Pero también es el único color que quedaba libre en materia de lazos. Todos los demás ya estaban cogidos. Amarillo entonces, sea. A ver lo que tarda Rufián en ponerse uno tamaño XXL en su función de mañana. Amarillo chillón. Que se note la indignación, el estupor, la rabia, Gabriel.

• En Madrid también se convocó una concentración contra el encarcelamiento de los Jordis. En la Puerta del Sol. Asistieron treinta personas. Tirando por lo alto. Tuvo más afluencia cualquiera de las presentaciones de libros que se celebró a la misma hora. Incluso aquellas en las que no había canapés. Últimamente las editoriales se estiran bien poco.

• TV3 inició su especial de la tarde de ayer explicando que la detención de los Jordis ha provocado una oleada de indignación de toda la gente de Cataluña. Bueno. Ni es detención —es prisión preventiva— ni ha habido tiempo para preguntarle a toda la gente de Cataluña. Que son siete millones de habitantes. Algunos de ellos, mudos.

• Y Puigdemont ya no vuelve a dormir a casa. Se ha mudado al Palau de la Generalitat, cuenta El Confidencial, y permanece allí custodiado por el grupo de operaciones especiales de los mossos. Los mossos del mayor Trapero.

La vida política catalana sigue, por tanto, su curso habitual. Es decir, con un presidente recluido en si mismo y sus circunstancias y un Parlamento clausurado.

• Sin actividad el Parlamento porque el rodillo independentista no quiere ya ni medio debate.

• Sin actividad en el ayuntamiento de Barcelona porque Ada Colau quiere hacer méritos ante la parroquia de Cuixart y Sánchez.

• Sin actividad en el gobierno autonómico porque anda claveteando tablones en la via de agua que se le abierto a la nave.

Las autoridades autonómicas y su adjunta, la autoridad barcelonesa, en estado de concentración permanente. Todo el día parando, todo el día posando, todo el día largando. Reclama Colau con la vehemencia con que ella lo reclama todo que se abra paso, de una vez, la separación de poderes en España. De Cataluña no ha dicho nada.

Su amiga la señora Forcadell, cabeza visible del rodillo parlamentario, arengó a los manifestantes que metían presión a los jueces y fiscales del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña. Ni una palabra de Colau.

Ni una palabra de Colau el día que el rodillo aplastó los derechos políticos de los grupos parlamentarios de oposición. Bueno sí. Dijo que aquello era el fracaso de Rajoy. A Coscubiela ni agua.

El problema de Colau y de Pablo, su escudero, es que no admitirán nunca que un juez, o un tribunal, pueda tener un criterio distinto al suyo sin que eso le convierta en peón de nadie. No admitirán que un juez pueda tomar una decisión que ellos no comparten si no es porque está al servicio del PP. O por que ha sido coaccionados por el gobierno del PP. O porque sueña con escalar puestos haciéndole favores al PP. Pablo, que tiene ojeriza a la juez Lamela porque sostuvo, en contra del criterio de Iglesias, que los agresores de Alsasua deben ser juzgados por terrorismo, arremete contra la magistrada con un eslogan de consumo rápido: es que la juez es afín al PP. Y se acabó el debate.

En fin. Que repasen Colau y su meritorio lo que dijo en este programa el fiscal Jiménez Villarejo hace una semana —Villarejo el referente moral al que ellos tenían como faro de la justicia verdadera— e intenten entender lo que significa la separación de poderes.

• Significa, para empezar, que desde la jefatura de un gobierno municipal, cargo institucional, no se jalean los escraches a jueces y fiscales.

• Significa que no se clasifica a los jueces en afines al PP, y por tanto, abusivos, y no afines a ningún partido y, por tanto, libres e independientes.

• Significa que no se acusa a los demás de aquello que uno misma practica: quien politiza las decisiones judiciales es quien las atribuye no a un criterio jurídico susceptible de debate sino a la prevaricación por intereses políticos.

Día menos uno para el final de la escapada puigdemoníaca. Día dos del martirio de los Jordis.

En Soto del Real tendrán ocasión de congeniar con un montón de imputados como ellos. Bueno, por sedición, ninguno.

Es probable que al llegar alguien les preguntara por lo suyo.

—-Y vosotros, ¿qué habéis hecho para estar aquí?

—-¿Nosotros? Nada—dirían ellos.

—-Mira, como el resto de los reclusos preventivos.

Aquí presos políticos somos todos.