A Felipe González hoy le habrá dado hoy la risa floja. Como devoto lector (y colaborador) que es del diario El País, ha debido de pensar que era el día de los Santos Inocentes o que el periódico ha decidido publicar bromas en forma de carta abierta. A Rubalcaba no le ha dado la risa porque él ya estaba prevenido, ya tuvo ocasión de sonreir, enseñando caninos, cuando se lo contaron:
- Oye, Alfredo, que Santiso, Rubén, Mendi, Taberna, quieren participar en nuestra conferencia política.
- Todos son de IU -dice Rubalcaba-.
- ¿Es un problema?
- Al contrario, que vengan a explicarle a todo el mundo que el único voto útil de la izquierda es el nuestro.
- Han montado una cosa llamada Espacio Abierto.
- Parece el título de un programa de Iñigo.
- Y han metido tres o cuatro nombres para darle otro aire y que no parezca un club de náufragos IU.
- ¿Qué nombres?-pregunta Rubalcaba.
- Carrillo, por ejemplo.
- ¿El difunto?
- No, el rector de la Complutense.
- Perfecto, eso le da una pátina académica.
-Y Pilar del Río, la viuda de Saramago.
- Inteligente señora, bienvenida sea.
- Y también un juez.
- ¿Un juez?
- Sí, hay un juez que también firma la carta.
- ¿No será...
- ...¡Garzón!
Y ahí es cuando a Rubalcaba le da la risa. Como a Felipe, leyendo esta mañana la crónica de prensa. “Garzón se ofrece al PSOE para vencer a la derecha”. Se habrá sentido González tan embargado hoy, al menos, como Urdangarín, uno por la emoción y el otro por el juez Castro.
Garzón al rescate del PSOE. El chiste del día. Quince personas que no son del PSOE firman una carta pidiendo participar del relanzamiento socialista. Bien está, dicen en la dirección del partido. A ver, ni está el PSOE para cerrar la puerta a nadie, habiéndose marchado tantos votantes, ni puedes adornarte presumiendo de abrir el partido a la sociedad y otras organizaciones sociales de izquierdas si no hay ninguna que se preste a formar parte de la conferencia. Nada mejor que tener a gentes de izquierda-izquierda (ex Izquierda Unida) queriendo participar y reconociendo que el único partido capaz de plantarle cara electoral al PP es el PSOE.
Pero son quince. Quince entre los que hay uno que se llama Garzón, pero que es, precisamente, al que menos bola le va a dar la dirección del partido. Primero, porque siempre han pensado que el único interés de Garzón es Garzón, no trabaja en equipo. Segundo, porque Rubalcaba no tiene intención de ceder protagonismo (o poder) a nadie. Bien lo sabe Chacón y bien tendrá ocasión de irlo comprobando Susana Díaz, estrella emergente.
Felipe González pensó una vez que Garzón era el golpe de efecto que necesitaba para salvar la cara en las urnas. Y probablemente acertó, porque embarcó -o embaucó- al ambicioso juez (entonces muy admirado por su implacable lucha contra el narcotráfico) en una campaña electoral en la que el PSOE partía como perdedor y que acabó ganando. Quería un golpe de efecto y lo tuvo. Y una vez obtenido el efecto, aparcó a Garzón en una secretaria de Estado donde no molestara y le dio largas.
Ahora es Garzón quien lleva tiempo buscando el golpe de efecto. Dejándose querer por Izquierda Unida (la formación política con la que siempre se ha sentido identificado, al menos desde que dejó el gobierno del PSOE), sugiriendo que él podría ser el revulsivo de una campaña contra el bipartidismo, cultivando a quienes querían verle como la cabeza visible que le faltaba al 15M español, sonriendo cuando le comparaban con Di Pietro o con Beppe Grillo. Lo de Izquierda Unida no prosperó y Garzón, que profesionalmente no termina de encontrar su sitio, sigue buscando donde probar suerte como político ajeno al sistema establecido. Ex juez y ex secretario de Estado se ofrece.
La carta dice que los firmantes anhelan una forma nueva de hacer política, un nuevo modelo y un cambio en los valores y las ideas, pero antes que todo eso proclaman que su objetivo es “derrotar a la derecha”. Lo primero y principal es esto, parar al PP, el resto es acompañamiento retórico. Y por eso se ofrecen al PSOE, porque en IU ya estuvieron y fuera del partido hegemónico de la izquierda no ven que pueda conseguirse gran cosa. Esta carta abierta no es otra cosa que un canto pragmático al bipartidismo.
Y lo de Garzón es una broma. Muchos en el PSOE, y no sólo ahí, siguen pensando hoy lo mismo que pensaron en el 93, la primera vez que escucharon a Baltasar Garzón dando un mítin: éste en política no se come una rosca. Una cosa es que Rubalcaba le dé la bienvenida a una cosa llamada Espacio Abierto y otra que vaya a darle cuerda a Garzón. Remember.
Si hubo alguien en el PSOE que puso a caer de un burro al entonces juez de la Audiencia Nacional por abusar de su poder para saldar vendettas personales, por instruir irregularmente la investigación de los GAL, por tener como único motor en su trabajo perjudicar al Partido Socialista, si hubo alguien que tiró de verbo grueso para desacreditar a Garzón fue Alfredo Pérez Rubalcaba. Más incluso que Rafael Vera, más que Rodríguez Ibarra. Eran aquellos tiempos en que los dirigentes socialistas se referían con desdén a José Bono, celestino del fichaje electoral del juez anticorrupción, como Pepe el cazatalentos. Mucho antes de que Trillo y Cospedal satanizaran a Garzón por abrir causas generales contra el partido ya lo habían satanizado en el PSOE, y aunque luego hayan simpatizado los socialistas con la instrucción de la Gürtel o la iniciativa de Garzón sobre las fosas comunes de la guerra civil, nadie se engañe: la dirección actual del PSOE de Garzón no quiere saber nada.
A Rubalcaba lo está enterrando todo el mundo desde el 20-N de 2011 -la madre de todos los tortazos electorales- pero está a punto de cumplir dos años ya como el paradigma de todos los supervivientes. Y no piensa complicarse la vida metiendo a un juez afamadoen este cesto que lleva armando desde hace un año y que se llama Conferencia Política, algo así como la presentación oficial de aquello que los socialistas dijeron, tras digerir su derrota, que era lo esencial para recuperar la confianza de los votantes: ideas nuevas, propuestas desde la izquierda.
Quince personas que no son del PSOE firman una carta porque desean formar parte del relanzamiento socialista. En el partido hay 350.000 militantes que no han firmado carta alguna pero que pagan religiosamente su cuota. Son ellos los que llevan meses participando, en sus organizaciones locales, del debate sobre qué debe hacer el socialismo patrio para recuperar presencia y confianza. Son ellos los que quieren que de esta conferencia política salga su partido, y su proyecto, reforzado. Son ellos, no Garzón.