El primer día de la PAU, que antes era EBAU y antes, selectividad. Los PAU en otros tiempos eran los planes de actuación urbanística. Hoy es el examen de acceso a la universidad que arranca para trescientos mil ciudadanos jóvenes que nacieron a la vez que la crisis financiera, tenían tres o cuatro años cuando el 15-M e hicieron parte de la Secundaria confinados por una pandemia.
El paso del tiempo es implacable. Deseemos suerte a los examinandos, ¿se dice?, y con permiso de los demás, de manera especial a los estudiantes de la Huerta Sur de Valencia que han tenido que sacar adelante el curso habiendo sufrido una riada que alteró todos sus planes durante semanas. Y algunos de cuyos efectos ahí siguen.
Ojalá la prueba de comentario de texto versara sobre esta declaración del ministro para la agitación madrileña, Óscar López. El sábado pasado, mitineando. Si el supuesto cargo público de la Comunidad de Madrid que fantasea con asesinar al presidente del gobierno resulta que lo hacía cuando no era cargo público de la Comunidad de Madrid sino funcionario del ministerio del Interior socialista, ¿puede afirmarse que el ministro falseó el hecho que tanto le escandalizaba?
¿Puede afirmarse que el ministro falseó doblemente el hecho que tanto le escandalizaba?
Si además se había sabido ya que el cargo público en ningún momento fantaseó con matar al presidente sino que bromeó con la posibilidad de que le mataran a él, ¿puede afirmarse que el ministro falseó doblemente el hecho que tanto le escandalizaba?
Ayer tuvo la oportunidad de disculparse por tanto falseamiento, pero eligió hacer estas dos cosas. Una, reincidir en la falsedad. No verán un corte mío con una falsedad. Verlo, no sé. Pero escucharlo, sí. Lo acabamos de escuchar. En los mensajes del capitán Bonilla que tanto han interesado al señor ministro no existe una sola frase en la que el capitán fantasee con asesinar al presidente.
De hecho, al presidente sólo alude cuando propone desterrarle a China. Que no es país que desagrade a Sánchez, como se ha visto. A la reincidencia en la falsedad inicial añadió ayer otra. De distinto signo porque esta no tiene que ver con Bonilla sino con las encuestas. Una, en concreto. La que ayer publicaba El País y que sitúa al PSOE tres puntos por debajo del PP en intención de voto.
Lo que la encuesta dice es que Abascal saca medio punto más de valoración general que Feijóo, no que al PP le esté adelantando la ultraderecha. Ya quisiera la ultraderecha: el PP le saca diecinueve puntos de ventaja a Vox, 33-14. El PSOE, solo 16. Distorsión sobre distorsión, remató la faena el ministro con esta otra falsedad, vaya día.
Un curso urgente de matemáticas para el ministro
¿En qué encuesta ha visto ese dato el ministro del rigor y la lucha contra los bulos? La encuesta de El País dice que entre los votantes del PP el 70% dice que el mejor presidente sería Feijóo y un 4%, Abascal. 70-4. Y dice López.
Un curso urgente de matemáticas para el ministro. Lo que dice la encuesta de El País es que los votantes de Abascal aprecian más a Abascal que los votantes de Feijóo a Feijóo. Y que los votantes que prefieren a Abascal sobre Feijóo, ahí, sí, son los del PSOE y Sumar. Está en la crónica que López ha debido leer en diagonal. ‘Tantos los votantes del PSOE como los de Sumar sitúan antes al líder de Vox que al del PP’. Qué cosas.
La salmodia gubernamental martillea con esta idea de que a Feijoo le está comiendo el terreno Vox, pero a quien de verdad se lo está comiendo ---ahí están los números--- es a Sumar. El PP y Vox crecen a la vez y lo hacen a costa del costalero del PSOE. Es la izquierda la que se repliega ante el avance de Vox y es la izquierda quien no se quiere enterar y quien se resiste a analizar urgentemente por qué.
Mientras Sumar sigue tibia con las Leires y las falsas bombas lapas, Podemos aprieta por el flanco izquierdo y, ahora que es oposición, señala al presidente.
Siete años después, Sánchez sigue comparándose cada día con Rajoy
Pues ayer pasó otro día, porque Sánchez se organizó a sí mismo la inauguración de un hospital en Melilla y la aprovechó para dar un mitin a mayor gloria del gobierno y de sí mismo (perdón por la redundancia) con lapsus incluido.
Siete años después, Sánchez sigue comparándose cada día con Rajoy y declarándose él mismo ganador del concurso.
Ni media palabra del presidente sobre el delito de que se declaró víctima ---la violación de su privacidad por la difusión de sus guasaps con Ábalos, te echo de menos, José Luis--- y ni media palabra sobre estas otras conversaciones profesionales de un investigador de la UCO con un confidente a las que sus ministros han dado aire.
Qué menos que pedirle explicaciones a Grande Marlaska por la existencia de elementos tan peligrosos en la unidad de élite de la Guardia Civil. ¿La policía patriótica bajo el gobierno del PP era responsabilidad del PP y la UCO patriótica bajo el gobierno del PSOE también es responsabilidad del PP? Quizá el planteamiento es un poco ventajista.
Hoy la oportunidad de disculparse por haber alentado falsedades la tiene la ministra portavoz, Pilar Alegría. De qué amenazas, qué coche y qué bombas lapa me habla
Traduzcamos: que si la ley de amnistía fue consecuencia de que a Sánchez, perdedor de las elecciones, le faltaban votos para ser investido
El Constitucional aún no ha emitido sentencia sobre la ley de amnistía. Ni siquiera ha empezado a deliberar. Es altamente probable que termine sentenciando que la ley es constitucional, pero todo llegará. Al personal le comen las prisas.
Como escribe la vicepresidenta ponente, el papel del Constitucional no es valorar los mercadeos políticos (perdón, dice transacciones) sino si una ley se ajusta a la Constitución. Incluso si, como en éste caso, supone dejar impunes actos delictivos alegando que hacerlo es de interés general.
Traduzcamos: que si la ley de amnistía fue consecuencia de que a Sánchez, perdedor de las elecciones, le faltaban votos para ser investido y envolvió el peaje en un llamamiento a la concordia y la reconciliación ---sólo hay que escuchar a Miriam Nogueras para ver lo reconciliados que están---, eso no obsta para que la ley como tal encaje en el marco constitucional.
Hay juristas que ya habían expresado ese mismo criterio y hay juristas que venían expresando, y seguirán haciéndolo, el contrario. Cuál fue el motivo de la conversión de San Pedro a la fe de la amnistía no hace falta que ningún tribunal lo revele porque es sobradamente conocido.
Sobre si es constitucional o no cada cual podrá seguir pensando lo que quiera. Incluso cuando haya una sentencia ---ahora sólo hay propuesta--- será legítimo tener un criterio distinto al del Tribunal. Tal como hay cuatro magistrados ---más dos que no participan--- que siguen pensando que una amnistía es inconstitucional, Feijoo está en su derecho a seguir pensándolo él. Pero está, también, en su obligación de aceptar que no es él quien decide qué criterio prevalece.
Las reglas del juego son conocidas y no vale impugnarlas cuando han dejado de convenirte. Si el gobierno nombra caprichosamente a cuatro de los doce magistrados del tribunal es porque así está establecido. Lo hicieron los gobiernos del PP y lo hace éste.
Una vez que el Tribunal sentencie que la ley es constitucional, el debate puede seguir
Sí hay etapas en que la mayoría de los magistrados son más sensibles a los postulados de izquierda y etapas en las que es justo al revés, es fruto del sistema de elección y de la devoción con que muchos magistrados abrazan su etiqueta de conservador y progresista y hacen suya la idea de que no debe haber fugas en cada uno de los bloques ---el lenguaje lo dice todo: bloques y fugas---.
Una vez que el Tribunal sentencie que la ley es constitucional, el debate puede seguir. Lo que no cabe es que un partido contrariado por el sentido de esa sentencia ponga en cuestión la legitimidad del tribunal o llame a rebelarse contra él. Es decir, que el PP debería abortar cuanto antes la tentación de mezclar su manifestación del domingo con la ponencia de la amnistía, no vaya a acabar queriendo encabezar una marcha callejera contra el Tribunal Constitucional.
Es decir, no vaya a acabar haciendo lo que el PSC en el 2010, con Montilla a la cabeza y sin que Zapatero lo censurara. No parece que, en esto de aceptar sentencias, el socialismo catalán esté para dar lecciones.
Ni el PSOE, adherido en época reciente a la manipulación independentista que señala al Tribunal Constitucional ---el de 2010, por supuesto, de mayoría tan progresista como la de ahora--- como culpable de que acabara habiendo un procés por haber osado decir lo que, en rigor, pensaba aquella mayoría: que algunos de los artículos escritos a cuatro manos entre Zapatero y Artur Mas eran perfectamente inconstitucionales aunque ellos dos pensaran lo contrario.
Discrepar es una cosa, deslegitimar es otra. Eso vale para las sentencias del Constitucional, los autos de los jueces o las investigaciones de la UCO.
