OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Trump se ha puesto gallito con otro gallito"

Carlos Alsina reflexiona en su monólogo sobre la amenaza del presidente de EEUU a España tras la cumbre de la OTAN y la aprobación de la ley de amnistía por el Tribunal Constitucional, ya dada por hecho.

Carlos Alsina

Madrid |

No cabe sorprenderse. Trump nunca deja de ser Trump. El máximo exponente -aunque no el único- del macarrismo en política. La jactancia, la prepotencia, en el ejercicio diario del poder. Que ya se encarga él, ha dicho, de que España invierta en Defensa lo que él ha decidido que se tiene que invertir, 5% del PIB. Ya se encarga él.

Como se iba a encargar él de hacer más justo el comercio mundial cargando con aranceles perfectamente arbitrarios a todos los países que exporten sus productos a Estados Unidos. Como se iba a encargar él de terminar con la invasión rusa de Ucrania. Y con la invasión israelí de Gaza. Y con el programa nuclear de Irán. Ya se encarga él.

No cabe sorprenderse de que el presidente Trump, siempre a la busca de un enemigo con quien confrontar -en eso es clavadito al nuestro; no solo en eso-, le arreaba ayer un sartenazo verbal a Pedro Sánchez después de referirse a España como el único país que no quiere pagar.

Este Trump siempre aplica la misma plantilla en sus declaraciones. Le gusta mucho tal o cual país, conoce mucha gente de ese país, pero… se va a enterar ese país de lo que vale un peine por no plegarse a lo que él ha dicho que hay que hacer. Empleó la misma plantilla cuando empezó a castigar con aranceles a la Unión Europea, ¿se acuerdan? Me gusta mucho Europa, tengo muchos amigos en Europa, pero se va a enterar Europa del castigo que merece por haber gorroneado tantos años a los Estados Unidos.

Trump no es la OTAN, solo es el gobernante que más peso tiene en la OTAN y que tiene comiendo de su mano al secretario general Rutte porque el verdadero pánico entre los aliados es que Estados Unidos agarre la puerta y nos deje a todos colgados ante Putin. Trump no es hombre de matices, ya sabemos, pero ocurre que España no ha dicho que vaya a incumplir ninguna de sus obligaciones con la OTAN.

No se ha borrado de la declaración final de la cumbre. No ha refutado que haya que incrementar el gasto en Defensa. De hecho, antes de llegar a esta cumbre, Sánchez tuvo que hacer ingeniería financiera en el Gobierno para poder presentarse, al menos, habiendo elevado el gasto al 2% (recuérdese que al principio de la primavera aún sostenía Sánchez que el 2% lo alcanzaríamos en 2029, le tocó anticipar y le tocó recular, aunque ahora haya conseguido aparecerse ante el mundo como el líder progresista que no sube el gasto militar para no recortar los derechos sociales -a ver, que el gasto ya lo subió, como bien sabe Sumar, que se lo ha comido con patatas y sin protestar-).

Se ha producido un fenómeno curioso en España. Y es que algunos comentaristas que fueron demoledores con Trump cuando se puso macarra con los aranceles, críticos acérrimos de su modo de ejercer el poder, de su tendencia al matonismo, a la amenaza, a la prepotencia, se regodean hoy en su amenaza a España solo porque el destinatario de la jactancia trumpista es Sánchez. Y Sánchez, como es sabido, se merece todo lo que le pase.

El papel apurado de Sánchez en esta cumbre es no haber conseguido que esos otros gobiernos que, según el nuestro, son tan contrarios al 5% como él, den un paso y arropen al líder de la disidencia. Cuando la disidencia que lideras la integras sólo tú contigo mismo, quien queda en situación apurada eres tú, porque ya no es con Trump con quien disientes, es con los otros 31 gobiernos de la OTAN que han firmado lo mismo que tú, el 5%, pero se han abstenido de añadir que aunque lo firmen, no piensan estirarse más allá de un 2 o un 3.

España ha dicho -y Rutte se lo ha dado por bueno- que dispondrá en todo momento de las capacidades que la Alianza nos demande. Pero que, para garantizarlas, no necesita invertir el 5% de nuestro PIB. Nos basta con el 2,1 %.

Gracias, presidente. El cálculo que se hace Sánchez, naturalmente, es tan susceptible de ser cuestionado como el 5% de Trump que, mansamente, ha hecho suyo la OTAN. El presidente de aquí ha dado una explicación tan exhaustiva sobre cómo llega a ese 2,1% como el de allí a la del 5%. El nuestro elude el debate previo en el Parlamento y el de Estados Unidos saca una tabla, como la de los aranceles, y pretende que sus números son la verdad revelada.

Es legítimo, e incluso razonable, pensar que Sánchez se ha agarrado a ese 2,1% aun sabiendo que acabará siendo más y como flotador para esquivar su avería más grave, que es que la cuarta parte del gobierno está en contra del gasto militar y de la Otan, que algunos de sus socios parlamentarios quieren agitar la calle presentándole como señor de la guerra y que no puede actualizar los Presupuestos del Estado porque el temor al naufragio le impide incluso presentar un proyecto.

Es lo que hay. Trump se ha puesto gallito con otro gallito que anda necesitado de pelea. Y Sánchez incurrió en esta cosa pueril de ponerse en la esquina de la foto de familia, esquinado, distanciado y con cara de acelga, para que quede claro que quienes se equivocan son todos los demás. Ay, la foto.

Trump se ha puesto gallito con otro gallito

El Partido Popular estuvo listo y criticó a Sánchez por doble juego pero condenando, a la vez, a Donald Trump por amenazarnos con más tarifas. Ahora sollo falta que Feijóo se pronuncie sobre el debate de fondo. ¿Considera posible y deseable elevar la inversión en Defensa al 5%? Y si es así, y dado que en algún momento podría ser él quien gobernara España, tiene pensado de dónde sacaría los recursos para elevar tanto ese gasto.

Opciones: subida de impuestos, recorte de otras partidas o endeudamiento. ¿Cuál elige? ¿Lo tiene ya pensado? Es decir, más allá de que Sánchez sorba y sople al mismo tiempo y de que Trump sea un energúmeno, ¿dónde está el PP en la cuestión principal y última, es decir, el 5% copyright de la Casa Blanca que en Bruselas se ha abrazado para tener a Trump contento, es decir, dentro?

¿Dónde está el PP en la cuestión principal y última?

Recta final para la ley de amnistía

Ya va llegando a puerto Cándido Conde Pumpido. Ya va llegando el Tribunal Constitucional a la meta. Hoy terminarán los magistrados su deliberación, cantada, sobre la ley de amnistía, y hoy harán la votación, cantada, que por seis a cuatro avale la constitucionalidad de la norma. Sin esperar a la votación, el presidente del Gobierno nos informó a todos ayer, cual redactor dando la primicia, de que el Constitucional ya había emitido su fallo.

Para qué esperar a que los magistrados voten si el desenlace estaba previsto desde el mismo día que se fue parcheando el proyecto, añadiendo frases, cambiando artículos, para colocar en el texto todos los agarraderos posibles para que el Tribunal, llegado el día -o sea, hoy- pudiera sentenciar que la ley es constitucional. Aunque nunca fuera, en realidad, ese el debate de fondo sobre esta medida. La duda sobre la constitucionalidad existió porque el Parlamento que elaboró la Constitución dejó fuera, expresamente, la amnistía al entender que era un instrumento propio de cambios de régimen, no de una democracia asentada.

Y existió la duda porque el Gobierno estuvo predicando la inconstitucionalidad y la inconveniencia de amnistiar el procés hasta la noche electoral en que Sánchez se quedó corto de escaños para seguir gobernando. Cómo no iba a existir la duda. Y por qué no va a poder seguir existiendo si cuatro de los magistrados que deliberan afirmarán hoy la inconstitucionalidad con criterios tan válidos como los de los seis de la mayoría. Dos magistrados están apartados del debate. Los dos que ya dijeron, cuando aún no eran magistrados, que la amnistía en España no es constitucional.

Cantará victoria el Gobierno que impulsó la ley para amarrar los votos de Puigdemont

Pero habrá sentencia. Y cantará victoria el Gobierno que impulsó la ley para amarrar los votos de Puigdemont. Y seguirá sin ser una amnistía ni de consenso ni de mayoría social. El 6 a 4 de hoy en el Tribunal vendrá a ratificar que esta ley fue y sigue siendo divisiva. En contraste con todas las sentencias que emitió el Constitucional, cuando el 'procés', siempre por unanimidad -la unanimidad era el mensaje- hoy apenas se alcanzará la mayoría suficiente. Constitucional, sí, por la mínima. Ese también es un mensaje.

Monólogo de Alsina: "Trump se ha puesto gallito con otro gallito"