opinión

Monólogo de Alsina: "Leonor en cuarentena y los padres sin baja laboral"

Carlos Alsina reflexiona en el monólogo de Más de uno sobre la vuelta al colegio de la reina Letizia y la cuarentena que va a tener que guardar la princesa Leonor. Asimismo, habla de la convocatoria a los medios que ha hecho el ex presidente catalán, Artur Mas.

Carlos Alsina

| 14.09.2020 08:17

Hoy la reina Letizia va al colegio. Y hoy la princesa Leonor no va. A la madre la esperan en dos colegios de Navarra para cumplir la tradición de inaugurar el curso escolar. A la hija no la esperan en su colegio de siempre porque tiene que guardar cuarentena al haber dado positivo una compañera de clase. La reina tendrá como compañeras de la vuelta al cole a la ministra Celaá, que hoy sí pisará un colegio, y a la presidenta de Navarra, Chivite, que admite que el número de contagios en su comunidad es bastante elevado. (No, los colegios que ha elegido para que los visite la reina no son de Alsasua; en Alsasua ya se ha visto este fin de semana cómo acaba un botellón en el que no se respeta ni la distancia, ni la mascarilla, ni nada: llega la policía municipal, y la reciben a botellazos; pide ayuda a la Guardia Civil y la policía foral y aparece mucha más gente de golpe para aumentar la gresca lanzando sillas, mesas y contenedores ardiendo a los agentes. Vete a decirles a estos lanzadores de objetos contundentes que hay que velar porque el virus no se extienda, si el virus son ellos). No, para la reina han elegido las autoridades dos municipios pequeños que están justo en el límite con La Rioja, gobernados por el PSN y que sólo tienen concejales o socialistas o de Navarra Suma.

La Reina va al cole, la princesa no. Quién nos iba a decir que el primer caso conocido de padres con los niños en casa por cuarentena sería el de Felipe y Letizia. ¿Qué hacer cuando el niño, o la niña, no estando enfermo tiene que quedarse en casa? Como viene explicando el gobierno, y seguro que los Reyes lo saben, los padres en esta situación pueden acogerse al plan Me Cuida y pedir a sus empleadores un turno distinto. En lugar de rey de mañana, rey de tarde. Y lo que no pueden es pedir la incapacidad parcial y la baja temporal, por mucho que el vicepresidente Iglesias se ponga estupendo cada vez que le preguntan por este asunto. Ayer se lo preguntaban, en la conversación amigable que mantenían con él dos periodistas de La Vanguardia. Que cuándo estará disponible lo de la baja laboral porque las clases ya han empezado. E Iglesias repetía que él ha dado indicaciones claras al ministro Escrivá para que se haga. Bien es verdad que el ministro contó en este programa la semana pasada que a él Iglesias no le ha indicado nada. Y que nada tiene que indicarle.

Hubo oyentes que sacaron la conclusión, escuchando al ministro, de que está de Pablo Iglesias hasta el moño.

Hoy rompe su silencio el padre del procés, Artur Mas, el arquitecto de aquel plan para sentar al Estado a negociar la autodeterminación de Cataluña. (Arquitecto naufragado porque el plan no se cumplió y él quedó apartado del puesto de mando). Ha citado a la prensa hoy el rey Artur para contar qué se propone ahora que Puigdemont, aquel periodista metido a alcalde indepe al que él aupó a la presidencia de Cataluña, ha mandado a hacer puñetas al PDeCAT y le ha lanzado una opa nada amistosa para quedarse con sus votantes, sus militantes y su presupuesto. El PDeCAT es el nombre que se inventó Artur Mas para disimular que Convergencia Democrática seguía siendo la Convergencia Democrática del Palau de la Música, de Pujol y del 3%.

Mas fue políticamente de más a menos. El hombre menguante. Aunque muchos de sus críticos de 2016, viendo lo que ha venido luego, le consideran hoy un gigante.

El jueves empezará el Tribunal Supremo a estudiar el recurso que presentó Torra cuando fue condenado por desobediencia. Rápido ejercicio de memoria reciente: en la campaña electoral de hace un año, la Junta Electoral le indicó al amable president que los edificios públicos no podían tener símbolos partidistas. Él reaccionó como reacciona siempre: poniéndose en jarras y preguntando quién se cree que es la Junta Electoral para ordenarle nada. Le dieron un plazo para que retirara los lazos y él hizo oídos sordos. Al final los acabó retirando, pero cuando el plazo ya había vencido. La fiscalía llevó el caso al juzgado, se celebró un juicio a primeros de este año (Tribunal Superior de Justicia de Cataluña) y allí Torra sacó pecho y se exhibió como lo que le gusta ser: un rebelde que desafía a las instituciones españolas y desobece cuando le da la gana. Ante reo tan colaborador, que confiesa todos los cargos, el tribunal sentenció que, en efecto, era culpable y procedía inhabilitarle como diputado.

La reacción del independentismo fue furibunda, intolerable, inaceptable, inasumible, pero el día que la mesa del Parlament tuvo que ver lo que hacía acató la sentencia y le retiró al señor Torra su acta. Lo siguiente fue abrirse un debate jurídico, interesante, sobre el requisito de ser diputado para convertirse en president. Sólo un diputado puede ser investido, pero como éste ya lo estaba (investido) y dejó de ser diputado existían criterios diversos sobre si había que apearle también de la presidencia. Por si acaso, el mismo Torra orgulloso de desobeceder a la Junta Electoral se vio llamando a la puerta del Tribunal Supremo para que le revisaran el caso. No hay como denigrar a las instituciones del Estado para acabar buscando su amparo. El jueves empieza la vista. No significa que el mismo jueves ya vaya a ser enviado Joaquim Torra al desván de los juguetes rotos. Dependerá de lo claro que tengan el caso, y el criterio, los jueces que van a ver el recurso. El fallo puede conocerse esta misma semana.