opinión

Monólogo de Alsina: "De la flema a la pachorra sólo hay un paso"

Carlos Alsina reflexiona en su monólogo de Más de uno sobre la "pachorra" de Salvador Illa en estudiar la petición que le han hecho los gobiernos autonómicos. Además, analiza el CIS de Tezanos sobre las elecciones catalanas.

Carlos Alsina

Madrid | 22.01.2021 08:20

Y el ministro Illa sigue estudiando (con ahínco, seguro) lo del toque de queda que le han pedido los gobiernos autonómicos. Apúrese, Salvador, apúrese, no vaya a dejar de ser ministro sin haber completado la tarea. A ver, prisa es verdad que usted no tiene, pero los consejeros de Sanidad autonómicos sí. Y esta sensación creciente de que el nuevo encargo que tiene usted ---resucitar al PSC en las elecciones autonómicas--- le ocupa y le estimula ya mucho más que andar lidiando con la cogobernanza sanitaria no ayuda a creer que está usted estudiando y estudiando los pros y contras de atender la petición de los gobernantes autonómicos.

Frente a la estrategia pachorra (o cachaza) que ha elegido el flemático ministro y su asesor único Simón, los consejeros de Salud miran los indicadores diarios y se preguntan qué misteriosas razones tiene el ministro para no hacerles ni caso. Porque es verdad que los indicadores son cada día peores. Esta semana nos veníamos agarrando al único atisbo positivo de los datos, que era, acuérdese, que aunque la incidencia seguía subiendo cada día subía un poco menos que el día anterior. Se desaceleraba. Pero ayer se rompió el hechizo: el miércoles la incidencia era de 736, el jueves de 796. O sea, una subida de 60 casos por cien mil. Sesenta. El día anterior habían sido veinte. El dato es del ministerio de Sanidad. Por eso llama la atención que el doctor Simón dijera ayer, con este subidón diario de la incidencia en los papeles que él mismo elabora, esto.

¿Los incrementos cada día son más pequeños? Pues no sería ayer. La incidencia media roza los ochocientos casos. (Según la OMS, para considerar la epidemia controlada no debe superar los 150). Hay lugares de nuestro país donde no son 800 sino 1.500 (Extremadura), 1.100 (la Comunidad Valenciana, La Rioja, las dos Castillas). En septiembre el ministerio de Sanidad se rasgaba las vestiduras porque la ocupación de camas UCI en Madrid estaba en el 30 %. Hoy La Rioja alcanza el 60 %, la Comunidad Valenciana el 57 %, Cataluña el 48 %, Madrid el 46 %. No hay presidente autonómico que no admita que la situación es mucho peor que la de octubre, segunda ola. Y los datos le avalan. Pero Illa y Simón siguen estudiando. La pachorra se empieza a parecer a la indolencia.

La vacunación, único remedio conocido, avanza en España con contratiempos. El principal, que para seguir vacunando hace falta que la compañía proveedora, la Pfizer, provea.

El portavoz del Ministerio para la cosa de las vacunas confirma que hay que organizarse con las dosis que van llegando, sobre todo ahora que la Agencia Europea ha bendecido que de cada vial (o frasquito) se tengan que sacar seis dosis en lugar de cinco. El culillo, que dice el consejero de sanidad andaluz.

Dirá usted: mejor si cada frasquito cunde más. Sí, pero lo que la Unión Europea tiene contratado con la empresa no es número de viales sino de dosis, es decir, que para cumplir los objetivos de vacunación hay que sacar seis dosis sí o sí, y para eso hacen falta las jeringuillas de precisión que los gobiernos autonómicos se han puesto a comprar aceleradamente.

Lo de la sexta dosis fue una de las razones, o excusas, que alegó uno de los alcaldes vacunados en Valencia: que sobraban dosis de los viales y no las iban a tirar. Después de la tormenta por la vacunación irregular ---los alcaldes lo siguen siendo, por cierto--- el líder del PSOE valenciano, Ximo Puig, ha dicho que la segunda dosis no se les ponga. O sea que, al final, sí que se va desperdiciar la primera.

En la España insólita de estos días, y después del episodio del consejero murciano que no dimitió y sí dimitió el mismo día, ayer tuvimos al consejero ceutí que se ha vacunado el hombre no sólo sin que le correspondiera hacerlo, sino a disgusto.

La vacunación a rastras de un consejero de Sanidad al que no le gustan las vacunas. Tener de responsable de Sanidad a alguien a quien no le gustan las vacunas ya es para nota. Como si las vacunas fueran cuestión de gustos. El vacunado sin tocarle y a disgusto no piensa dimitir.

Está pletórico el Partido de los Socialistas de Cataluña porque la encuesta del CIS confirma que han acertado jubilando a Iceta y encumbrando a Illa, el Salvador. Es probable que el orden de los acontecimientos haya sido el inverso: que primero en Moncloa supieran cómo respiraba el electorado respecto de Illa, justo por eso lo colocaran y luego venga el CIS a reafirmarlo. Una encuesta que diga que puede ganar es una forma de reforzar al candidato.

Se entiende cada vez mejor que el PSC y Sánchez exhiban sin disimulo su deseo de que las elecciones sean cuanto antes. Y se entiende que el líder de Esquerra Republicana, que no es Aragonés sino Junqueras, tenga tanto interés en lo contrario. Y en presentar la decisión judicial que pone en cuarentena la suspensión de las elecciones como un ataque inaceptable a la autonomía catalana. A ver: la obligación de quien gobierna es tomar las medidas oportunas para que todo el mundo pueda ir a votar sin contagiarse. Como va a trabajar, o a comprar, o al colegio, o al parque. Ésa es la obligación. Sólo si la situación es verdaderamente inasumible se puede llegar a suspender un derecho tan esencial como elegir un nuevo Parlamento que te represente cuando el anterior ya ha sido disuelto.

El CIS dice que la marca Esquerra aguanta con el mismo resultado que en 2017, a diferencia de la marca de Puigdemont, que se pega un costalazo (del 22% al 12% del voto. Aunque aún le va peor al PDeCAT, lo que queda de Convergencia, que no conseguiría un solo escaño. Todo lo que pierde se lo lleva la CUP, que va a hacerle un monumento al CIS porque le da hasta 11 diputados.

Que el PSC ganara las elecciones autonómicas a Esquerra y a Junts per Cataluña sería tan novedoso y tan relevante como que se las ganara Ciudadanos, que es justo lo que pasó en 2017. El PSC está entusiasmado porque el CIS le da entre 30 y 35 escaños. Ciudadanos sacó 36. Y ésa es la prueba de que lo relevante no es tanto quién gana como quién suma y quién gobierna. Ciudadanos ganó pero no evitó el rodillo parlamentario de la mayoría absoluta independentista. Ése es el desafío: impedir que siga el rodillo.

En cada noche electoral se produce este momento embarazoso en el que alguno de los líderes que ha perdido dice: 'hemos ganado a las encuestas', porque el tortazo ha sido menor de lo que se esperaba. Sólo hay algo más embarazoso aún, que es celebrar, antes de que los ciudadanos voten y como si ya hubieras ganado, que las encuestas te den la victoria. Y que luego llegue el día de verdad y te quedes con cara de gatillazo. De momento Illa sólo ha ganado en la urna de Tezanos. Está todo el trabajo aún por hacer.