Juraría que por mucho que sea el gobierno de España, y esté hondamente preocupado por el cambio de rasante en Oriente Medio ahora que Trump ha bombardeado instalaciones nucleares en Irán, juraría que aunque sea el gobierno de España y lo de Oriente Medio le desasosiegue enormemente hoy la Moncloa estará más pendiente de las Salesas que de Teherán.
Más que de la respuesta que le dé Jamenei a Donald Trump, de las respuestas que Ábalos y Koldo -por separado y cada vez más divorciados- den al juez Leopoldo Puente sobre la bomba de efecto retardado en que se ha convertido el caso de los koldos, que primero fue koldo, luego el caso de los Aldamas, más tarde el de los Ábalos y ahora el de los 'cerdanes' y más allá. Más allá es, como poco, Navarra. Que si el amigo Antxón, que si Servinábar, que si la novia del número dos de Chivite, que si a dónde vamos a parar.
Tiremos de expresiones tópicas. El mundo contiene el aliento ante la escalada en la guerra de Israel y Estados Unidos contra Irán y el Gobierno contiene el aliento ante lo que pueda guardar Santos Cerdán. De Koldo ya se sabe que guarda conversaciones con media humanidad, y que en algunas se alude a Sánchez, pero no con Sánchez.
El mundo contiene el aliento ante la escalada en la guerra de Israel y Estados Unidos contra Irán y el Gobierno contiene el aliento ante lo que pueda guardar Santos Cerdán
Ábalos sí ha dicho que conserva conversaciones suyas con el presidente -no ha dicho en qué términos o sobre qué asuntos- pero cabe pensar que las más francas son de hace cuatro o cinco años, antes de caer en desgracia nunca se contó por qué. Pero Cerdán es otra historia. Cerdán ha sido mano derecha de Sánchez en el partido hasta la semana pasada. Y no solo en el partido.
Ha ejercido de delegado del presidente para las negociaciones con Puigdemont en Suiza y Bruselas. Tiene sentido que cada vez que viajara opacamente a ver al prófugo se mensajeara con el presidente para contarle qué decía Puigdemont y qué podía ofrecerle él, en nombre de Sánchez.
Y tiene sentido que entre los dos hablaran francamente de las líneas rojas que fueron cruzando, una tras otra, y de cómo se redactó la Ley de Amnistía, desembolso clave que aceptó Sánchez a cambio de seguir siendo presidente. Qué tiene Santos, qué va a hacer Santos, qué más nos puede pasar.
La OTAN da cuartelillo a Sánchez
En esa angustia vive cada día el partido del que Santos fue sargento mayor, fontanero jefe y correa de transmisión. Por más que ahora su superiora, María Jesús Montero, se refiera a él como si hubiera sido un militante de a pie sin mayor responsabilidad. La situación, para el PSOE, sigue siendo pésima. Por eso, cuando ayer se supo que el presidente Sánchez comparecía en la Moncloa se dispararon las especulaciones. Ay mi madre, a ver si va a tomarse otros cinco días de reflexión porque no tiene claro que le merezca la pena gobernarnos. Pero no, no era sobre su tambaleante situación política (y personal) sobre la que se sentía urgido a hablar a los españoles.
Era sobre Rutte y la carta en la que da cuartelillo al Gobierno de España para que se desmarque del objetivo el 5% del PIB para el gasto en Defensa aun firmando esta semana, como el resto de los gobiernos OTAN, una declaración que mantiene precisamente ese objetivo con carácter general. Rutte ha aprendido de Sánchez, creo yo, a redactar acuerdos que cada parte pueda interpretar como le convenga. Yo salvo el 5% y tú te salvas de tener que cumplirlo.
Se entiende que los países OTAN que sí se propongan llegar al 5% del PIB tienen una visión del mundo distinta de la nuestra. Y que están dispuestos a sacrificar su estado de bienestar. Y que valoran menos las políticas sociales que nuestro gobierno. Nosotros, mejores (como siempre), ellos peores (pero mayoría absoluta). Ya comentamos la semana pasada que Sánchez no puede comprometerse a gastar un 5% en presupuesto militar, ni un 4%, ni un 3%, porque carece de mayoría parlamentaria para aprobar un presupuesto general.
La mayor anomalía de esta etapa gubernativa -que la Moncloa y sus papagayos se han esforzado en convertir en una anécdota (otra)- es que llevemos dos años con un Presupuesto prorrogado y vuelto a prorrogar porque el Gobierno progresista anda corto de escaños pero largo de teflón, o sea, que le da igual no tener ni mayoría ni presupuestos porque aquí lo que importa es perdurar. Perdurar, mucho más que gobernar.
El Gobierno progresista anda corto de escaños pero largo de teflón
Calam con la operación Illa
Ni Sánchez ni Salvador Illa han creído necesario explicar a la opinión pública de qué hablaron en su reunión fuera de agenda del viernes en la Moncloa. Otro hecho inesperado que disparó las especulaciones. ¡La opción Illa, decían algunas crónicas! Esto es que Sánchez piensa en renunciar y dejar de presidente del Gobierno a Illa. Calma, amigos, que en manos de Sánchez está renunciar, en efecto, o disolver, en efecto.
Pero esto de presentarle como un rey absoluto que decide él quien le hereda, como que no. Para que Illa, o quien sea, fuera investido, primero tendría que dimitir Sánchez. Y una vez dimitido, estaría por ver si que el Parlamento invistiera a quien él dijera. ¿Quién iba a investir a Illa, Junts per Cataluña? ¿Puigdemont, que aún no se ha repuesto del gatillazo de las autonómicas?
Salvador Illa tuvo un domingo mitinero. En los mítines es donde Illa es menos Illa. Se puso a hablar de Aznar para refutar a Aznar y le salió esta frase que bien podría ser de aplicación para el gobierno de su camarada Sánchez.
Un poco más de humildad es lo que algunos, pocos, le están reclamando a Sánchez en el PSOE. Un poco más de humildad y un poco más admitir que si a cualquiera de sus adversarios de otros partidos le hubieran salido corruptos los dos secretarios de organización elegidos personalísimamente por él no habría tardado ni medio minuto es exigirle que se marchara a su casa. Diez de la mañana en el Tribunal Supremo. Declara Ábalos. Sin camiseta.
Trump ya tiene su guerra
Sostiene Donald Trump que el régimen iraní es el matón de Oriente Medio. Y sostiene, haciendo suyo el argumento -o coartada- de Netanyahu que Irán está a punto de tener armamento atómico gracias al programa nuclear que desarrolla desde hace décadas y que, oficialmente, sólo se destina a un uso civil de la energía, no a fabricar bombas.
Hoy, Netanyahu es un hombre satisfecho porque cuenta con la potencia militar de Estados Unidos para doblegar a Irán: siete B-2, catorce bombas de 15.000 kilos, un submarino y más de cien aviones jugando al despiste integraron la operación martillo de medianoche, la implicación directa -o directísima- de Estados Unidos como aliado israelí en la guerra contra Irán. O, si se prefiere, la declaración de guerra de Trump al régimen de Jamenei.
Trump ya tiene su guerra. Después de presumir, durante años, de haber sido el único presidente que no metió a su país en un conflicto militar, ha metido a su país en un conflicto militar y contra un enemigo que no alcanza, ni de lejos, la capacidad de Estados Unidos o de Israel pero que sí dispone de grupos armados patrocinados por el régimen en distintos países y de grupúsculos afines que estarán encantados de recibir el encargo de atentar contra cualquier cosa que huela a Estados Unidos en Oriente Medio.
El ministro de Exteriores iraní invoca la legalidad internacional para atribuir a su gobierno el derecho a devolver el golpe a los Estados Unidos. En la mente de todos están ahora las bases americanas y las embajadas en los países de Oriente Medio. Trump mantiene que no aspira ni a derrocar al régimen iraní ni a la guerra abierta con Irán, solo busca anular el programa nuclear. Extraña forma de no entrar en guerra con un país esto de descargarle doscientos mil kilos de bombas. Jamenei ha dicho, a través de un consejero, que el programa nuclear va a seguir adelante. Esta ha sido su frase: 'El juego no ha terminado y ahora vienen las sorpresas'.
