opinión

Monólogo de Alsina: "No diga 'blanquear', diga 'normalizar' (si es Bildu)"

Carlos Alsina reflexiona en su monólogo de Más de uno sobre los apoyos de ERC y Bildu al Gobierno de España. Por otro lado, analiza la situación de la pandemia en España.

- Última hora del confinamiento, las nuevas medidas y el coronavirus en España hoy

Carlos Alsina

Madrid | 13.11.2020 08:21

Celebremos que EH Bildu va a liberarnos a todos de la opresión que sufrimos desde la Constitución del 78. Ya era hora, Arbaldo. El diputado autonómico Rodríguez se lo avanzó ayer al PNV.

No me digan que no es reconfortante que los de Bildu vayan a liberarnos. A los pueblos y las mayorías. (Las mayorías, dice un partido que representa al 1,1 por ciento de los votantes españoles, 1,1).

Tan estimulante como escuchar a Rufián exponiendo una vez más su doctrina categórica sobre el no mestizaje ideológico. Qué es eso de pretender que un hombre de izquierda pura, como es él, se mezcle en los Presupuestos con una derechista como Arrimadas. Hasta dónde vamos a llegar.

Homme, Gabriel. Que llevas cinco años gobernando Cataluña con Convergencia Democrática. Con la derecha independentista catalana. Ah no, que Puigdemont y Artur Mas dicen que ellos son independentistas, ni de derechas ni de izquierdas.

Las derechas con las que tú gobiernas. Y tan a gusto, porque lo que se predica en el Hemiciclo de Madrid, ¿verdad?, decae en cuanto uno se vuelve a Barcelona.

Menos estimulante, menos enternecedor y más embazaroso resulta escuchar a dirigentes socialistas declararse encantados de abrazar a Bildu con el argumento falso de que no les ha quedado otra. Porque la prioridad es tener unos presupuestos, da igual con quién haya que negociarlos, y tal y tal, es que si no, no nos salen las cuentas. Ya hicimos ayer aquí las cuentas y Bildu es perfectamente prescindible. Como lo fue para la prórroga aquélla del estado de alarma. Aún produce más embarazo escuchar al ministro Ábalos, en otro tiempo encantado de su papel de látigo de independentistas y abertzales, invocar a Carrillo y Gutiérrez Mellado (del año 81) para defender que ahora se blanquee a Bildu (perdón, normalice, blanquear es lo de Vox, lo de Bildu es normalizar).

Oiga, ministro, que era usted, y su jefe, quien hasta hace un año se ofendía muchísimo cuando se sugería que podrían acabar ustedes pactando con Bildu. Ésa era una línea roja. Por ahí nunca, decían. Y era el mismo Bildu de ahora, con su mismo Otegi y su mismo todo y con la misma democracia y los mismos siete años que hacía ya que ETA no mataba. )A quien le haya facilitado este argumentario de saldo, despídalo, ministro). Claro que también son el mismo Junqueras y la misma Esquerra Republicana, de la que ustedes decían, hace un año, que era pura desestabilización del sistema; no había mayor amenaza a la convivencia que el independentismo. Aquí quien ha cambiado de doctrina es Ábalos. Y Sánchez. Y Calvo. Con la nueva, por cierto ---si un partido está en el Parlamento cómo no se va a poder pactar con él--- están bendiciendo todos los pactos del PP con la extrema derecha. Cosas veredes.

El debate no es qué es Bildu, o a qué aspira Bildu. Eso ya lo sabemos. Es una coalición de partidos en la que está Batasuna con su nombre de ahora, Sortu. Aspira a debilitar lo bastante al Estado español para que le sea posible imponer la independencia del País Vasco al resto de los españoles. Aquí el debate es con quien quiere acordar el gobierno de España los Presupuestos del 2021 y los siguientes tres años de cambios. Es decir, qué socios, y con qué proyecto, prefiere el Partido Socialista en este momento para España. Y hay que concluir, y en su derecho está, que el Partido Socialista (o el líder del partido, porque el resto de la organización ni pincha ni corta) ha elegido a Esquerra Republicana y a Bildu. Si Iceta, Idioia Mendía, Adrián Barbón están cómodos con la elección que ha hecho su jefe, hacen bien en decirlo. Sin buscarse más coartada.

Pablo Iglesias, a diferencia de los ministros socialistas y de Adriana Lastra (que no es ministra pero habla como si lo fuera) nunca ha ocultado lo que pretende. Iglesias no se esconde, No se inventa novelas sobre un bloqueo que no existe ni invoca al general Gutiérrez Mellado. Iglesias no se inclina por Junqueras y por Otegi porque no le quede más remedio: los busca porque son los socios con los que se siente cómodo, sus afines, los que comparten el proyecto de debilitar eso que los tres llaman el régimen del 78 para convertir la Constitución en papel mojado. Junqueras y Otegi tampoco se esconden. Todo lo que quieren del Estado español es que se resigne a que Cataluña y Euskadi dejen de ser España aunque la mayoría de los españoles no quiera. Punto. El resto es instrumental. El resto es cómo ir consiguiendo que eso suceda. Ahí entra lo mismo una mesa de partidos, que un código penal que rebaje la sedición, que magistrados para el Constitucional más receptivos a hace interpretaciones eslásticas de la norma. El objetivo no ha cambiado y no va a cambiar. Ni el de Junqueras, condenado por sedición, ni el de Otegi, que cumplió condena por secuestro. Para Iglesias y los ministros morados siempre han sido los aliados naturales. Para Sánchez y los ministros socialistas habrá que concluir que ahora también han empezado a serlo. Ábalos, Calvo, Calviño, Margarita Robles, Grande Marlaska. Todos en procesión, detrás del moño.

A falta de confinamiento obligado, el gobierno de Castilla y León y el ayuntamiento de Burgos piden a los vecinos de esta ciudad que se autoconfinen ellos. Con 900 casos por cien mil, la incidencia acumulada de la capital sigue en ascenso y complica seriamente la atención hospitalaria. De nuevo pidió el gobierno autonómico al ministerio que habilite la opción de confinar pero de nuevo ha sido rechazada. Estamos en la situación contraria a la de hace un mes. Entonces era el gobierno de España el que reprochaba a algunos gobernantes autonómicos (Madrid, por ejemplo) que se resistieran a tomar medidas contundentes. Ahora son gobiernos autonómicos los que le reclaman al gobierno central más acción, más contundencia y es el gobierno central el que se niega.

En el conjunto de España la incidencia media baja ligeramente, por encima de los 500 casos, y se mantiene la presión hospitalaria. Han pasado ya veinte días del toque de queda y hay regiones en las que no se consigue recortar de manera notable los contagios.

Ayer, por cierto, se le escuchó por primera vez a Fernando Simón discrepar de una medida del gobierno. Los PCR para viajeros que vengan a nuestro país. Le parece que no aportan nada relevante a la prevención de los contagios.

Hasta ayer prevaleció el criterio del portavoz Simón ---el gobierno decía lo mismo que él, no compensa---, pero ahora el gobierno ha cambiado de postura porque los demás gobiernos europeos lo ven útil y necesario, aunque a Simón (diferencia de criterios) no se lo parezca.