OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "El señorito y su pequeña esquinita"

Carlos Alsina reflexiona en su monólogo sobre el choque entre el gobierno central y el gobierno andaluz por la ley que modifica la regulación de cultivos de regadío en la zona del Parque Nacional de Doñana.

Carlos Alsina

Madrid | 13.04.2023 08:24

Otro día de final de Champions para el Gobierno. Partido de máxima tensión. Doce y media de la mañana en la Quinta de San Enrique. Sánchez salta al campo con Calviño, Montero-María Jesús y Bolaños en la delantera. Rafael del Pino lo hace con su hermana María y un combinado internacional formado por los británicos del Fondo Children y el fondo soberano de Noruega. Era duda este último hasta ayer mismo, no estaba claro si jugaría con la camiseta Del Pino o la del Gobierno. Y es duda Leopoldo, que es tan Del Pino como Rafael y María pero discrepa de la táctica con que encaran este trascendental partido. (No me digan que no estamos aprendiendo cosas esta semana sobre movimientos empresariales y alianzas y desacuerdos entre principales accionistas).

Partido de máxima tensión entre el Gobierno y la Junta de Accionistas de Ferrovial

Porque el partido que hoy se juega, claro, es el de Ferrovial. Ferrovial donde está o Ferrovial en Holanda. Difícilmente estaríamos hoy hablando de este asunto si no fuera porque la decisión de mudarse la envolvió la compañía en un elogio a la seguridad jurídica de los Países Bajos y si Calviño y Sánchez no se lo hubieran tomado como un golpe bajo a la gestión del Gobierno y se hubieran revuelto contra Del Pino como si acabara de apuñalarlos.

Nadie va a descubrir a estas alturas el gusto del presidente, casi vicio, por planteárselo todo como una competición, un choque, un ‘o conmigo o contra mí’

Nadie va a descubrir a estas alturas el gusto del presidente, casi vicio, por planteárselo todo como una competición, un choque, un ‘o conmigo o contra mí’, un ‘te vas a enterar de lo que vale un peine’. Con esa forma de entender la vida, y la política, es natural que cada roce, cada recelo, cada discrepancia, acabe convertido en una batalla a vida o muerte.

Como ésta de hoy. Pocas cosas tan anómalas como que la Junta General de Accionistas de una compañía privada sea vista como un combate de boxeo entre la dirección de la empresa y el presidente del Gobierno. Pero es justo lo que hay.

Todo sea por salvaguardar el patrimonio de los accionistas

Bien sabe el Gobierno que no ha colado esta versión beatífica que viene dando de sí mismo como ángel custodio de los sufridos accionistas. Cuatro esquinitas tiene mi cama, cuatro angelitos (Sánchez, Calviño, Montero, Bolaños) que me la guardan.

Todo sea por salvaguardar el patrimonio de los accionistas, ¿verdad?, no vayan a hacerse daño a sí mismos tomando la decisión que el Gobierno les está diciendo que no tomen. Se ha significado tanto el Gobierno esta semana con el pressing que hoy se arriesga a salir, de nuevo, desairado.

Los periodistas deportivos -perdón, los analistas financieros- dan como favorito para esta final al equipo de Del Pino. Pero admiten que Sánchez es un jugador correoso que nunca da un balón por perdido.

La "pequeña esquinita" de Juanma Moreno

¿Qué le habrá molestado más a Juanma Moreno?, les preguntaba a las siete: si que la vicepresidenta Ribera le atribuya arrogancia de señorito o que se refiera al cargo que desempeña como ‘su pequeña esquinita’.

Inmenso, pero inmenso. Anda que no le gusta al Gobierno ir al choque cuando percibe que le puede sacar algún partido.

La vicepresidenta tiró ayer del tópico más tópico que existe sobre la derecha andaluza, esto de que todos los andaluces del PP son señoritos

La vicepresidenta tiró ayer del tópico más tópico que existe sobre la derecha andaluza, esto de que todos los andaluces del PP son señoritos. Y le añadió esto de la "pequeña esquinita" que suena ligeramente arrogante, dime de qué presumes. La pequeña esquinita es la presidencia de la comunidad autónoma con más habitantes de España.

El motivo de la disputa, que en la Moncloa han decidido que ha de tener todo el eco posible -para eso se moviliza a los ministros: id y atizad al presidente de la Junta-, el motivo de la disputa es la pretensión de la derecha andaluza, PP y Vox, de modificar la regulación sobre cultivos de cinco municipios de Huelva para que sus agricultores puedan disponer de agua con la que regar los cultivos de fresa.

Un debate como éste en vísperas de elecciones locales adquiere la condición de madre de todas las batallas ambientales

La derecha sostiene que el agua del que hablan no es subterránea sino en superficie, por la vía de un trasvase. La izquierda replica que no fabulen, que más agua no hay, ni arriba ni abajo, y que aquí se trata de bendecir los pozos ilegales que están esquilmando el acuífero.

Un debate como éste, que es cualquier cosa como nuevo, en vísperas de elecciones locales adquiere la condición de madre de todas las batallas ambientales.

Europa puede cerrar el grifo de los fondos europeos a España

Cuando se aparta del tópico del señorito andaluz y la pequeña esquinita la vicepresidenta Ribera es capaz de argumentar de forma más convincente. Por ejemplo, cuando menciona que Europa viene advirtiendo del mal uso del agua en Doñana y del castigo que pueda acabar suponiendo para el Estado y para los exportadores de fresa.

Qué diferencia de tono, de la mañana a la tarde. Según la tesis de la vicepresidenta, esto que ayer empezó a tramitar el Parlamento andaluz puede tener como consecuencia no sólo la ruina de los productores de fresa sino el cierre del grifo de fondos europeos a España, nada menos.

¿De dónde va a salir al agua para regar los cultivos?

Es probable que esté dibujando un escenario un poco apocalíptico, pero tiene razón en que lo primero que debería aclarar la Junta es de dónde se supone que va a salir al agua para sostener los cultivos. Porque si la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir dice que no hay y los pozos ilegales se van a cerrar de verdad, habrá que explicarles a los agricultores cómo van a regar o admitir ante ellos que esta forma de vida no va a ser posible.

El gobierno central anuncia que acudirá al Tribunal Constitucional -él también acude al Constitucional cuando lo cree conveniente, ¿ves?- para tumbar la nueva ley andaluza que fue tomada en consideración ayer en un pleno calentito, digamos.