A la espera de que cambie el viento, el Barça convive con una crisis que no es inventada. Piqué lo admitió ayer mismo. Primero declaró su apoyo incondicional a Luis Enrique y luego reconoció que el último partido fue una continuación de los anteriores. Pero no todas las voces son tan constructivas.
En una entrevista a ABC, Dani Alves vomitaba encima de el que fue su club durante ocho años. Porque hablar de esa forma cuando ya no estás sin haber dicho nada cuando estabas, es vomitar. Según Alves, ahora en la Juventus, los directivos del Barça fueron muy falsos y muy desagradecidos con él. Cualquiera diría que olvidaron pagarle alguna nómina, pero no. Quien se marchó gratis fue el propio futbolista, que prefirió no dejar un euro en las arcas del Barcelona. "Una hostia elegante", así lo llama él, que la elegancia no la conoció nunca, porque solía vestir trajes de disfraces.
No comprendo que alguien tan bien tratado por la vida pueda sentir rencor, y menos aún hacia el club que le hizo grande. La gratitud es un síntoma de madurez y me parece que algunos no terminan de madurar nunca.
