Ni por esas. Bartomeu no es independentista, al menos es lo que confiesa en sus comidas con sus compañeros directivos de otros clubs, es más, durante bastante tiempo pretendió proteger al Barça de convertirse en otra plataforma política para los independentistas. Pero en estos momentos se siente cada vez más débil y desprotegido y no quiere quedarse de cara al viento huracanado que sopla en Cataluña, y ayer se sumó al nacionalismo catalán con tibieza, pero amparando el referéndum con el argumento "del derecho a decidir", que posiblemente lo defendamos todos, pero en este caso es que no deciden todos, solo unos pocos.
El Barça puede ser más que un club porque es un sentimiento y los sentimientos no tienen fronteras, pero si a los sentimientos se les contamina con causas políticas, son ya otra cosa. La debilidad de Bartomeu, amenazado con esa moción de censura, le ha llevado a ceder el gran escaparate del Barça a los defensores de un referéndum ilegal, no porque lo diga Rajoy, que no ha dicho nada, y debió ir a Cataluña y decir muchas cosas, sino porque lo dicen los jueces. Me apena pensar este mañana en todos esos seguidores del Barça en toda España, e incluso los de Cataluña, que reclaman su derecho a no independizarse, y que se ven arrastrados a ese radicalismo por la incompetencia de unos y los intereses egoístas y el miedo a la justicia de otros.